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Sexo entre hojarasca
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 Article publié le 29 novembre 2014.

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El Paseo de la Quinta, en Burgos, parece, en Otoño, una plancha de color ocre que cambia las hojas mojadas caídas de los árboles por el viento con variedad de formas, aspectos y tamaños. Hojas de estaño, de papel, de lata, de oro. Los que caminan por encima de ellas parecen que pasan, al pisarlas, por una plancha de madera giratoria, o que asoman sus pies calzados por el vano de una puerta o por el de una ventana en armadura de cobre y plata de varias hojas.

Una pareja de jóvenes caminan de prisa, resbalan y se caen. Sobre el suelo, parecen dos petos y espaldares de lata cubiertos de hojas. Mirándose, se pusieron como hoja de perejil, increpándose el uno al otro. Debajo de las hojas cayó el joven quedando dos veces mojado ; encima la chica, enseñando un culo de chapa fina y estañada con hojas húmedas. Viéndola así, sin bragas, parecía el culo de una hojalatera. A mí, que la vi, me dio tal asco que me prometí no volver jamás a hincarle el diente a ese hojaldre de hojalata, o ese queso de Cabrales envuelto en hojas otoñales. Al joven le pareció ella, como luego dijo, “una bola de sebo después de cocido al horno”.

-Me tienes cocida, le dijo la chica, prosiguiendo :

-Deja lo que tienes entre manos para seguirlo con mejor ocasión.

El joven parecía una especie de hogaza con un una pieza de chorizo en el centro sobre esa hojarasca o conjunto de hojas caídas de los árboles en frondosidad más que excesiva e inútil por esta “senda de los elefantes”, lugar por donde, al atardecer, y su noche, pasean las parejas enamoradas y se encuentran condones y trapos en camino que va hasta el Vivero.

Ahora, vedles, se levantan por si solos y no sin gran esfuerzo ; se sientan en un banco verde de la Caja del Círculo, moviendo y quitando a la ligera las hojas pegadas a la suela de sus zapatos.

El paseo está hojoso. Las hojas caídas de los árboles, y mojadas, forman holandillas, especie de lienzo o clase inferior de tabaco. Se levantan, se cogen de la mano, marchando hacia el Capiscol, no sin antes oírsele a la joven decir en forma jocosa :

-El diestro en cabalgar a la brida y a la jineta, ahora tiene que ir andando, ¿eh ?.

Rieron los dos muy francos y estrepitosos, echando uno la mano sobre el hombro del otro, sin saber decir si fue ella o él.

-Esta noche, dijo el joven, con el tercer polvo nocturno llegaremos a los orales maitines.

Mientras marchan, se escucha a lo lejos la campana de la Cartuja de Miraflores que llama a unos frailes que han bajado, saltando la tapia, para ir a la cafetería de Fuente Prior a desmoñigarse, pues, como uno de ellos dice, “no queremos hacerlo en la celda por lo mal que huele el olor de santo”.

 

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