Tengo un Euro. Un viejo amigo me decía que "con un Euro se puede follar". Veo un hombre idéntico, igual a mi amigo. Estoy a la entrada de un portal en la Avenida de Reyes Católicos, en Burgos, por donde unos van y otros vienen. Si volvemos la esquina, encontramos, en calle Valentín Jaló, el Espacio Tangente, Centro de Arte Contemporáneo. Muchos huelgan, y se sientan en los bancos de piedra a la orilla del Arroyo Vena. ¡Son jubiletas¡
El hombre se acerca a mí y me pregunta :

- ¿Le conozco ?

- No creo que no, le respondo. Venimos a regar los mismos tiestos, ¿eh ? Beo, beo, ¿acierto ?
No responde, pero sonríe.
Es un día de agosto, a la una de la tarde.

- ¿Subes tú primero o subo yo ?, le pregunto.

- Subo yo, exclama.

- Creo que hay una y no más, dice.

- No, le replico. Tiene que haber unas tres. Al menos eso me han dicho cuando he llamado.
Al mismo tiempo, simultáneamente, cogemos el ascensor hasta el piso octavo izquierda.
Salimos, y él se adelanta y llama al timbre. Nos sale una bisexual, creo yo, como una flor carnal monótona en el discurso de su oratoria.

- ¿Sabéis el menú ?, nos pregunta. Treinta euros, quince minutos, sin dilación ; cincuenta euros media hora, y así sucesivamente.

- De uno en uno, uno por uno, nos grita una compañera que se ha asomado al pasillo de entrada, enseñándonos dos colgantes tetas, y diciendo, como admirada y cantando :
"¡Dos caños de agua dulce¡
Dame que beba."
Sólo hay un pensamiento en nuestro coco, como en el de todo cabrón, macho cabrío. Ya sabes. Se nos ha abierto la bragueta de par en par. Sin querer queriendo.

- No somos más que dos, en este instante, nos dice la bisexual.
Cerrada la puerta, al momento, se acercó la compañera. Está desnudita. Su monte de Venus unifoliado, con solo una hoja, tapando un Chichi unilabiado, con un solo labio.

- Cualquiera de las dos, le dije al compañero, nos va a dar elmismo traje.
El compañero eligió a la asomada. Entró detrás de ella en la habitación. Al cerrar él la puerta, casi se pilla la picha erecta. Le oí gritar contento : "Me la pillé, ye, ye…", recordatorio de una canción de los Beatles. Yo advertí que sólo tenía un huevo.
Yo elegí a la recibidora bisexual, pues advertí que el espacio que hay entre sus pechos es de extensión proporcionada al tiempo que invierten en brincar.
Nos juntamos a cada cual y nos ligamos entre sí, formando un todo al unisón.
Ya, sobre la cama deshecha de otros polvos, derretida con nuestra hermosura, advertí que su concha era univalva, de una sola pieza, y mi molusco tenía, ahora, la concha de ella. Yo le metía la teología y el derecho canónico. Nuestros culos convenían en una misma razón. Pensé, mientras hacía el triki triki : "Caca, culo, joder son unívocos".
Ella me decía : "Porque te quiero mucho
Jódeme poco a poco
Que en la panza ya me bulle
Tu animalejo"".
El folleteo causaba molestia y daño. Yo y ella, el borriquito delante para que no se espante, entramos en la unión. Su sortija de carne enlazaba mi pene para sí. Me sentí como en La Unión, ciudad en la provincia de Murcia, escuchando el cante jondo :
"Calabaza totanera
Cásate con un murciano
Y verás cómo llevas su picha
En la palma de la mano"

- Échame tres en uno, exclamaba jadeante ella, o te vas o te quedas.
Hubo unto en las partes gordas de la carne.
Ella dijo :

- Tu pene es gracioso. Produce un solo polvo de cada vez.