Es en la calle Trinas :
Hablan las piedras de las paredes del vetusto colegio
Residencia convento de enfrente
La calle grita en sus bares de cante y sevillanas
El Patillas y El Baúl de la Piquer
Las farolas se retuercen de ansias de joder
El Polvo de Amor cae desde la ventana
En condones que se estrellan contra el suelo
Arrojando sus partículas de luz
Mientras las internas, en sus sueños
Esperan impacientes a aquel que las despierte
Con el manubrio en la mano
Y las sores en santo cigoñal de amores
Esperan la naciente oración repicando
En la campanilla de sus gargantas emocionadas.
A la luz de la Luna
Dos prostitutas salen corridas
Como girasoles volando al cielo
Y el más violento de los borrachos, goteado o salpicado
Con la lengua muy mal colocada en su boca
Lanza eructos de exabruptos cagándose en dios
Que salpican contra el suelo
En vomitonas eclesiásticas o de virreyes
Profiriendo injurias, insultos, maldiciones
Mientras sobre la noche de la vida putrefacta
Duerme y sueña la Ciudad de Los Gigantillos :
El hombre, con el martillo de dura carnosidad
En su pensamiento
La mujer, esperando el abrazo de su fogosa brutalidad
Y, el putero, asomado a la ventana
Cuando la prostituta se limpia el coño con una sucia esponja
Ve su Burgos, al amanecer
Que sueña y resplandece como una hembra cachonda
Eternamente insatisfecha.