Fue un tío mío quien me dio
este Conjuro para curar mi mal del tercer ojo
en una caseta de pinares en Chañe, Segovia
cuando le conté
que el padre prior del Seminario
me tiraba los tejos al culo
recitado, años más tarde, por una amiga mía
Luz Divina, a quien besaba yo tres veces
y ella me lo hacía siete :
"Para que se mejore este niño
Que tiene una gran necesidad debajo de su tejado
Que elmalque lehan hecho los curas
Ellos lo tienen que curar.
Se le dé, al niño, una hermosa guinda
Fruta del guindo
En una tarde soleada, de paseo
Que se la trague entera de la cabeza al rabo
Con el vientre lleno, ¡claro¡
Y cuando sienta la corriente en su vientre
Y el deseo de inclinación a pie de sus palos
De bicho malo que le hurga el vientre
Y eche la guinda en la tarasca
Guinda garrafal cubierta de chocolate y heces
Con mucho cuidado salve la guinda
Sin limpiar, rascar o hacer otras cosas
Y se la entregue al primer cura o monja
Que por la plaza del pueblo pase
Camino de su iglesia
Diciéndole que la ha comprado
En el Monasterio de santa Apolonia
Que es bueno que, al instante, se la traguen
Que así lo quiere el niño Jesús divino
Que parece que ellos adoran
Que hará mucho bien al mal de mí tercer Ojo
Quedando mucho más bonito
Y ningún animal sacerdotal
A ningún otro niño mortal
En su manteca le pondrán
El rabo o la cabeza.
Esto mismo dice que le pasó
Al tío mío de Chañe
Que sufría Osteoartritis de la rodilla
Causada por el "uso y desgaste de sus partes"
Mal que no le curaban ni brujas y curanderos
Ni la medicina oficial
Quien se tragó una guinda entera, con rabo
La cagó rebozada en "chocolate", y se la dio a comer
Al hijo del alcalde, que era monaguillo.
En cuanto éste se la tragó
Cogió lo estabilidad su cuerpo
Comenzando a ponerse de pie, caminar, correr
Brincar, saltar y dar vueltas en el aire.
"Guinda santa, sobrino", me dijo.