El Prelado marca "Es Pana" tiene el vientre bien revuelto. En cuanto escucha a sus meapilas y turiferarios, a sus loquitas devotas, que dicen que han leído pancartas o que han interrumpido una misa jóvenes que no mienten con "Aborto libre y gratuito", "Rosario para mis ovarios", "La hostia en mi chumino". "Curas, lameos vuestro cipote y dejad en paz a los niños", y otras lindezas, etcétera, contra el pueblo se vuelven en televisiones vendidas o compradas al culto sacro facha, en Rebuznos horrendos prorrumpiendo, y, en voz de su falsa y embustera iglesia toda, con horrendos Rebuznos aturdiendo, condenando de nuevo a la hoguera, al garrote vil o al tiro en la nuca, por ellos tan deseado, a los que viven y sienten diferente, a los que piensan en razón y no en patrañas sacadas, como lombrices, del culo de las monas.
 Tiene revueltas las tripas porque en él se cuecen la emulación, el ansia, la presura, de llevar bajo palio a los tiranos, a otro césar y al ladrón de erarios, infundiendo el mismo miedo de la Inquisición de antaño, emulando a los asesinos con jactancia, en mujeres medio bobas, en niños sin cerebro, en mozos que gustan de hacer el burro y maltratar los animales, en viejos y viejas que sólo desean, ella tocarle a él la salchicha, él meterle los dedos en la chirimía de ella, en paz represiva, en los centros de día y en los campos. (En una nota de la Apología de los Césares Enanos Asesinos, encontrada en el Alcázar de Toledo, se hace mención de esto).
 En su vientre de ballenofrailón y felón, se cuece una tormenta de lo más solemne, mirando con contento las condenas a la libertad de expresión, gritando urbi et orbi : "más represión y cárcel contra la Razón", "más muerte a la Cultura", alegrándose, corriéndose de gusto y rezando con los descerebrados que, con esfuerzo, Rebuznan rosarios de la aurora, desmadrados, frente a las clínicas abortivas en Barcelona.
 En su triponcio, se cuecen habas de gobierno. Compungidos, estreñidos, se esfuerzan con esmero en dictar las pautas de formar un gobierno entre zigotes y fetos, en busca de un presidente que se esmere con estruendo, y más mordaza para los de bota y porro, y más, también, para los devotos prosternados, que sienten placer con sólo saber que el Rebuzno de Obediencia y Orden que exhalan se escucha en el Vaticano. Hay diarrea en la curia y pedos de pedofilia. Tal es su contento, que al más indiferente excita con sólo adivinar que, através de ellos, se gana el cielo de la mierda.
 Zigotes y fetos se llenan de todo su esplendor, bendecidos por la iglesia. Las reliquias de todos los santos y santas encerradas en el vientre del prelado se añaden a sus anales bajo la custodia de un chorizo con dos huevos que, en este instante, salen en procesión atronando. Y no hay duda de que el papa santificará estas reliquias que, por arte de magia o milagro, triunfalmente entrarán en Roma, y sacarán en procesión dos veces al año, en cuanto elprelado se establezca en Verona y deje de cagarla.