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Nietzsche, Sonambulo del día
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 Article publié le 15 septembre 2006.

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Relación entre racionalidad y "ethos" mito poiético.

a mi querido amigo Patrick Cintas

Nietzsche hoy 


..."lo último que deseo es "fama" y "ruido" en los periódicos y "veneración de discípulos" ; he visto demasiado de cerca lo que todo ello significa hoy. Me sentiría en medio de ello mas solitario que ahora, y quizás aumentaría espantosamente mi desprecio de los hombres". (A su hermana, Sils María, a finales de julio de 1885). 

La relación de la época de Nietzsche es sin embargo equívoca. El no pidió oficinas de prensa y propaganda, sino apenas un pequeño grupo de personas que me quieran oír y entender, y estoy sano. (A su hermana, Sils María, 8 de julio de 1886). Tuvo no obstante, exégetas de todo tipo, "fieles" discípulos y organizaciones de propaganda. Ello y de múltiples modos, fue previsto por el. 

"El sentimiento de que hay en mí algo muy lejano y extraño, de que mis palabras tienen otro color que las mismas palabras en otras personas, de que en mí hay mucho primer plano multicolor que engaña, este sentimiento exactamente, que en los últimos tiempos me ha sido atestiguado desde lados muy diversos, es todavía hoy, el grado mas exquisito de "comprensión" que he alcanzado hasta el presente. Todo lo que hasta ahora he escrito, es primer plano ; para mi mismo comienzo siempre con los puntos suspensivos"... 

La relación de Nietzsche con la época es la de la historia universal con sus fundamentos. Nietzsche supo que la confusión no solo sobrevendría, sino que era necesaria. "Huelo a quinientos pasos la confusión de que soy objeto", dice a su hermana, el 3 de noviembre de 1886. A los 77 años de su muerte, la confusión subsiste, aunque atenuada por los esfuerzos de Heidegger, Lowith, Fink y los franceses Bataille, Blanchot, Derrida, Deleuze y otros. La dificultad no reside sin embargo en lo dicho, sino en la experiencia que se anuncia en su lenguaje y en lo que este oculta. 

Nietzsche vivió su vida como un teatro donde se desenvolvía y epilogaba una batalla. La historia universal hegeliana como la hibridación de ser y apariencia, en la absolutización de la metafísica de la subjetividad, donde el hombre, como "el ser en el todo en su devenir se ha hecho ser" (Blanchot : Nietzsche y la escritura fragmentaria") va a hallar en las claves e su pensamiento y su vida, el desenlace y la puesta en marcha de un viraje donde todas las categorías del pensar occidental son puestas en tela de juicio. El pensador, en este sentido, asumido por Nietzsche y repensado por Heidegger, es un destino, una fatalidad, una necesidad. 

Llegados a este punto, es necesario señalar que nada tan alejado de la pura biografía y el puro símbolo de una subjetividad avasallante, como el pensar de Nietzsche nos habla de la fuerza "soberana" que se expresa en toda filosofía, se refiere sin dudas al Pathos de la fuerza objetiva que opera detrás de toda exégesis o enunciación interpretativa. Nietzsche es pensador, aún cuando haya preguntado irónicamente si le asistía el derecho de ser llamado filósofo. No puede explicitarse su pensar a fuerza de biografía, ni esta a partir de la multiplicidad de su "letra". Nietzsche no es un místico, ni el profeta de una religión de salvación o redención del hombre, he ahí precisamente lo problemático. El hombre como error y la historia como extravío, a partir del día en que se invento el conocimiento y con "ello" el prejuicio teleológico del fin. 

En el prejuicio teleológico del fin descubre Nietzsche el postulado, la piedra de toque en la constitución de la metafísica como moral. En lo que Heidegger mas tarde llamará "ontoteología". A partir de ahí, y disfrazando su crítica a la metafísica de psicología, y su ontología de axiología, Nietzsche se lanza a la destrucción del lenguaje, de la cultura, la religión y las psicologías del resentimiento, operando una transvaluación de los conceptos de ser, cosidad, sustancia, yo, sujeto : en juego, fuerza, voluntad, repetición, diferencia : considerando las primeras como prejuicios de una voluntad de la "nada", a no tener ninguna voluntad" : "Genealogía de la Moral" 

Los martillazos a la religión son crítica al desplazamiento consumado en la filosofía platónica, en tanto se considera lo divino como lo más ente. Nietzsche critica de este modo, extrañamente, el principio de la metafísica de la subjetividad que combate Heidegger. En este sentido, la filosofía de Nietzsche no puede caracterizarse ya ni como una filosofía de la inmanencia, ni como una filosofía de la trascendencia. 

El principio de la ontología nietzscheana oculta tras el ropaje de la estética, (en "El origen de la Tragedia"), piensa ya el ser como la contrapuesta unidad de iluminación y ocultamiento, de cielo y de tierra, en el juego y la danza de Zeus como alianza del ser y devenir en la afirmación dionisíaca : Así la afirmación va a ser pensada por Deleuze en Nietzsche, como doble afirmación : "En sí misma y como primera afirmación, es devenir. Pero es el ser en tanto que es objeto de otra afirmación que lleva el devenir al ser o que extrae el ser del devenir" ("Nietzsche y la Filosofía"). Esta visión que parece evadirse de la misma filosofía, le hace decir a Blanchot, hablando de Dionisios como plus de la afirmación : "Y la afirmación del Dios no es el renunciamiento atrevido a la unidad que permanece unida al pluralizarse. La fragmentación es el Dios mismo, aquello que no tiene ninguna relación con un centro, no soporta ninguna referencia originaria y que, por consiguiente, el pensamiento, pensamiento de lo mismo y de lo uno, el de la teología, lo mismo que el de todas las formas del saber humano (o dialéctico), no podría acoger ni falsear". (Blanchot : "Nietzsche y la escritura fragmentaria"). 

Es que Nietzsche prepara una nueva experiencia de lo sagrado. 


La critica de la metafísica platónica, que termina considerando al ser como luz, dice la fuerza inaprensible por ésta : "El mundo es más profundo que lo que el día lo piensa". La luz misma es ocultamiento y alumbra en un espacio que no le pertenece, espacio de la voluntad de poder, no como ser o devenir, sino como pasión de la diferencia : "La danza afirma el devenir y el ser del devenir, ; la risa, las carcajadas, afirman lo múltiple y lo uno de lo múltiple ; el juego afirma el azar y la necesidad del azar". (Deleuze : "Nietzsche y la filosofía") : "Aquí ser y nada son únicamente expresión abstracta de la afirmación y la negación como cualidades de la voluntad de poder". 

Eterno retorno, voluntad de poder, superhombre, hablan aún para algunos el lenguaje de la metafísica. Su mensaje sueña por eso extraño. El diálogo con este pensar, solo nos será dispensado por los oscuros avatares de la historia que el mismo promueve. 

Para otros, en cambio, dice aquella experiencia ontológica que rebasa toda metafísica confinada al reino de las esencias, en donde la voluntad queda encadenada al tiempo como caducidad, y al ser como presencia. En el pensamiento plural se halla la superación de la metafísica. Así parece pensar Fink, contra Heidegger, quien en sus últimos años, duda en seguir considerando a Nietzsche preso en la hibernación de la metafísica : así pudo preguntarse si éste pertenecía aún al reino de la filosofía. 

Superhombre es aquel capaz de dar un sentido afirmativo al acontecer plural de la muerte de Dios como caducidad en la duplicidad ontológica entre esencia y apariencia. Superhombre es aquel capaz de afirmar toda descarga de lo que vive y para decirlo con palabras de Eugen Fink, la "aletheia de un hombre abierto al mundo"... "El elemento alciónico de la imagen del superhombre alude al jugador, no al déspota o al gigante técnico". Por eso, "El hombre que juega, el hombre que está estáticamente abierto al Dios Dionisios, dios que juega, dios informe y formador, no vive en el capricho de una libertad incondicionada ; es partícipe del juego del mundo"..."Expresa la armonía cósmica (entre el hombre y el mundo), en el juego de la necesidad". 

Al comenzar estas letras dijimos que la relación de Nietzsche con la época era equívoca. La falsificación llevada a cabo con la letra de su obra, ha sido esclarecida hace tiempo. Nietzsche pensó las disyuntivas políticas en la esfera de las decisiones metafísicas, que competían a la historia de occidente como un todo susceptible y necesario de ser llevado hasta el acabamiento de su origen. Detestó por ello las políticas de primeros planos y los nacionalismos o racismos de cualquier índole (como antropologísmos), y despreció dolorosamente el carácter extraviado del origen griego occidental del pueblo alemán, tanto como el antisemitismo que no le permitió tratar a su cuñado. 

Una vez escribió a su madre y a su hermana (Niza, 21 de marzo de 1885) : "Entusiasmo por el "ser" alemán no tengo, desde luego mucho, y menos todavía el deseo de mantener pura esa "magnifica" raza. Al contrario, al contrario"... Para todo ello no fue tenido en cuenta y habla según Heidegger de lo que ha quedado aún sin decidir. 

Por eso, el máximo pensador de éste siglo, pensando su filosofía como un texto de Nietzsche leído al revés, aconsejó hace tiempo dejar al solitario Sils, para luego leer el Zaratustra como la metafísica del estagirita, si bien no de idéntica manera : tal que el mismo Nietzsche observara, hay en su letra distintos planos que confunden. Lo dicho, que a veces oculta lo que el pensar intenta confesar dificultosamente con un habla que aún no le pertenece y que dice : Superhombre es aquel que se abre al origen de la caducidad de todos los entes, de las humánitas, y como señor de la tierra no usurpa el ámbito desierto de lo divino, sino inaugura el espacio ilimitado del juego como otro ámbito de apertura del hombre hacia los entes. 

Pero entendamos al fin que todo autentico diálogo como apropiación creadora, no entiende "jamás el texto mejor que lo entendió su autor, sino de otro modo. Solo que este otro modo debe ser tal que alcance lo mismo que el texto comentado, pensó". (H. W. Heidegger). 



NIETZSCHE SONAMBULO DEL DIA 


El páthos que anima la obra de Nietzsche, continua siendo para nuestra época decididamente nietzscheana un escándalo. Mientras más tardemos en definirnos con respecto a ella y a su tonalidad, mas demoraremos en encontrar salida a ciertas aporías que afectan al pensar y las representaciones usuales acerca de la relación entre arte y razón. Parecería inútil hablar de la poesía de Nietzsche cuando toda ella se encuentra ensimismada en los confines de Zaratustra. De donde viene, sin embargo el habla de este libro cada vez más inquietante, sino de experiencias largamente olvidadas por un pensar que temía verse arrastrado por el canto de sirena de la poesía ?. Digamos que estas pulsiones controladas debían aparecer inevitablemente para iluminar los atolladeros de un pensar atascado en ventisqueros y riscos de una tabla que se sobrepasa asimismo. 

Los escritores han reprobado usualmente como impotencia y extravagancia del pensar su intento por expresar poéticamente ese "plus" de un habla que se pronuncia solo allí donde pierde el dominio de sí misma. Recordemos a Gide : "Por séptima u octava vez, he hecho un intento con Así habló Zaratustra. Imposible. El tono de este libro me es insoportable. Y toda mi admiración por Nietzsche no consigue que lo pueda soportar. Finalmente me parece que la obra total tiene un poco el carácter de una supererogación ; no tendría importancia si los otros libros no existieran. Constantemente me hace el efecto de que tienen celos de Cristo ; se ve que quiere dar al mundo un libro que se pueda leer como se lee el Evangelio (recordar al paso que Gide había leído la Agonía del Cristianismo). Si este libro de Nietzsche se ha hecho más célebre que todos los otros, es porque, en el fondo, es una novela. Pero por esto precisamente, se dirige a la clase más baja de sus lectores ; a los que tienen todavía necesidad de un mito. Y lo que más me gusta en Nietzsche es su odio a la ficción". 

La ceguera del autor de "Téseo" no puede llamarnos al asombro, de que sea precisamente el lenguaje como ficción pura poiesis engendrador de mitos allí donde habla el pensar más elevado. Veamos ahora opinar a un odiador de todo nietzscheismo : "Por mi parte tengo la mayor aversión por los trepidantes y los "líricos", como por esos horribles perritos terriers que, al ponernos las patas encima, nos comunican el temblequeo que sacude su cuerpo miserable. Nunca tuve, por lo demás, el valor de tragarme uno de esos tomos que usted alaba. Básteme una cita como la que hace : "Al hombre lo quiero lo más orgulloso, lo más viviente, lo mas afirmativo ; quiero al mundo y lo quiero tal cual, y lo quiero aún, lo quiero eternamente". ¿No siente el horror y la vulgaridad de estas repeticiones (que constituyen el fondo del estilo como también de la filosofía de Nietzsche) de un hombre que quiere decir algo y no puede lograrlo, y que se excita con honrosa volubilidad ?. ¿Como gustar de una poesía tan antimusical ? ", le escribe P. Claudel a A. Gide. 

Si los poetas han retrocedido con horror ante la posibilidad de un resurgimiento de Eleusis, los filósofos han ido más lejos en considerar la apostasía. Heidegger, lo sabemos, ha pagado caro su apelación al silencio como la voz muda del ser, lo antepredicativo del enunciar poético. Al respecto escribe : "Como nos será posible meditar alguna vez sobre la relación tantas veces mencionada entre el pensar y el poetizar mientras ignoremos que significa pensar y no pudiendo, en consecuencia, meditar sobre lo que es la poesía" ; y luego : "La poesía occidental y la literatura europea son dos poderes abismalmente distintos de nuestra historia". Al respecto acota : "Donde el pensar contrasta con la ciencia adquiere, considerada a partir de ésta, la apariencia de una poesía malograda". ¿No ha sido ciertamente para los poetas el poetizar nietzscheano poesía malograda y para los filósofos, pensar propenso perderse en los laberintos de Cocaló de la iniciación poética ?. 

Eugenio Trias dice con respecto al Zaratustra : "De ahí que sea un mito, es decir, una narración que versa sobre acontecimientos, aquello donde se coagula la filosofía nietzscheana : los cantos de "Así habló Zaratustra". De ahí también la necesidad de escenificar el pensamiento y el que pronuncia el pensamiento : el Yo". Se trata de una nueva tirada de datos donde el azar hablará por boca de la fábula : "Fábula - escribe Klossowski - procede del verbo latino fari, a la vez predecir y divagar. Predecir el destino y divagar porque fatum, el destino, es también el participio pasado de fari, así cuando se dice que el mundo ha devenido fábula, se dice asimismo que es el fatum, se divaga, pero al divagar, se vaticina y se preside el destino". Decir nuevamente el principio de todas las cosas es el principio de retorno donde nada ha comenzado nunca y todo está ya terminado. 


De entregar la filosofía el poema califica Badiou el postestructuralismo francés : " la vía - dice refiriéndose a Heidegger - que propone no es la de la filosofía, según el, realizada por la técnica, sino aquella presentida por Nietzsche, incluso por Bergson, prolongada en Alemania por el culto filosófico de los poetas, en Francia por el fetichismo de la literatura (Blanchot, Derrida, Deleuze incluido...) que delega lo esencial del pensamiento a la condición artística. Comentando un texto de Hölderlin, Heidegger abandona sin resolver una cuestión que, al quedar insinuada deja sin suturar lo que en el corpus Nietzscheano está aún por ser asumido : la época de penuria. "La inmediata proximidad - dice - de los dos verbos "ha pensado" y "ama", forma el punto medio de este verso. El querer descansa en el pensar". Extraño racionalismo aquel que fundamenta el amor en el pensar ; es un pensar fatal que está a punto de volverse sentimental. Volverse fábula, diríamos nosotros. Teatro de afectos y pulsiones, ámbito donde se escriben extrañas huellas de inefable intensidad : habla poética ; teatro de una forma de la crueldad en la que se anuncia una nueva experiencia de lo sagrado ; tiempo y espacio como juego de un mundo que debe pronunciarse nuevamente para no perderse en el olvido del pasado. Lo característico de esta experiencia preanunciada por Holderin en la experiencia del vacío de los hombres sagrados, la presencia del Dios oculto y aun sin nombre que espera la hora de su advenimiento. 

El Demónio de la Melancolía. 

A los 16 años Nietzsche escribe, perseguido por el demonio de la melancolía, que nunca lo abandonaría y por un precoz cansancio del mundo : 

"Ay, si en mi cansancio del mundo 

pudiera volar lejos 

y como la golondrina hacia el sur 

caminar hasta mi tumba : 

el aroma de la tarde de estío alrededor mío, 

y cintas doradas. 

Aroma de las rosas de las coronas mortuorias 

y risas infantiles y discursos". 

La ruta esta prefigurada ya sin saberlo. Hacia el sur para salvarse de la nausea del mundo : "La verdad es que a propósito de todo joven yo acostumbraba a fechar la época de autoconocimiento precisamente en el momento en que éste arrojaba sus poemas al fuego, exactamente como hice yo mismo en Leipzig. ¡Paz también para estas cenizas ! ", escribe en 1866. Olvido para estas insignificantes cenizas, pero no para el alma de un hombre que había sellado la apetencia de vida y el gusto de la muerte, consumando una vez más el olvido de la metafísica con un gesto, donde esta rinde homenaje a Platón y exorciza la visión de lo orgiástico cegándose ante lo inevitable del destino. 

El cansancio del mundo propio del temple romántico será luego el Daimón de Zaratustra y el Dios escondido, la experiencia primera acerca de la imposibilidad de Dios. "Mi Dios - no Dios (dirá luego Nietzsche) -, es el verdadero signo de la religiosidad. 

De aquella época data el poema que mejor refleja la búsqueda de Nietzsche de una nueva experiencia de lo divino. Helo aquí : 

"Una vez más, antes de que me marche 

y mis miradas lance hacia el futuro, 

vuelvo a elevar en soledad las manos. 

Hacia ti, a quien me acojo, 

a quien solemnemente he dedicado 

altares en mi corazón, en lo más hondo 

de él, para que en todo tiempo 

tu voz vuelva a llamarme." 

"Sobre ellas arde 

profundamente inscrita 

esta palabra : al Dios desconocido : 

soy tuyo, aunque uno más entre los 

malhechores 

yo haya venido siendo hasta el momento : 

soy tuyo - y los lazos percibo 

que en la lucha tiran hacia mi hacia abajo 

y, aunque quisiera huir, 

me fuerzas a servirte." 

"Desconocido : conocerte quiero 

a ti que penetras en mi alma, 

que mi alma atraviesas cual borrasca 

¡tú, incomprensible, afín a mí ! 

Yo quiero conocerte, y aún servirte." 

Voluntad de conocimiento y necesidad de absoluto se dan la mano y luchan en la experiencia poética por dar forma a lo informe, es decir, a lo que carece de nombre. Nietzsche abre de un portazo el mundo del desierto propio de la experiencia nómade y con ello, todos los riesgos de la experiencia posmoderna. Por eso Nietzsche sigue siendo el más grande. Es aquí donde aún hoy sigue extraviándose el pensar contemporáneo. Así Colli, a quien no podemos seguir cuando afirma : "Nietzsche poeta no es otra cosa que Nietzsche filósofo, y ni siquiera más esotérico (...), porque dicha poesía se une intrínsecamente a toda la prosa de Nietzsche, y muchas otras cosas en el fondo, es decir, carece en sí de una autonomía expresiva auténtica". 

Creemos sin embargo, que lo que para Colli aparece como un déficit - autonomía expresiva - constituye lo más propio y personal de una experiencia poético filosófica fundante. La poesía no es ya solo expresión, es experiencia de un vacío que constata abismándose allí donde solo se arraiga el pensamiento y por ello deja detrás de sí y por debajo de sí, el orden del discurso y el de la pura nominación del habla poética. Más cerca de la verdad, Bachelard escribe : "Y, a nuestro juicio, la poética de Nietzsche desempeña precisamente ese papel precursor, prepar a la moral nietzscheana". Pero yerra también cuando pretende fundamentar la autonomía expresiva de la imagen literaria de este modo : "El ejemplo de Nietzsche es notable, puesto que manifiesta una doble vida : la vida de un gran poeta y la vida de un gran pensador. Las imágenes nietzscheanas tienen la doble coherencia que anima - por separado - la poesía y el pensamiento". ( Solo Loco, Solo Poeta escribirá al final de sus días) proponiendonos un enigma : el hubiera querido decir solo músico pero no pudo hacerlo.


El Nietzsche poeta no es anterior ni viene en ayuda o convive con el Nietzsche filósofo. Ya en 1861 con la seguridad propia de un iluminado, escribe la famosa Carta a un amigo en la que le recomienda la lectura de mi poeta favorito. Cien años antes que Hallingrath reivindica para su tiempo la experiencia y el lenguaje de Holderin. "Esos versos - dice - (para hablar únicamente de la forma externa), han brotado de un alma purísima, delicadísima esos versos que con su naturalidad y orginariedad oscurecen el arte y la elegancia formal de Platón, esos versos que a veces se ondulan con un sublime aliento de odas, y a veces se pierden en los más delicados sonidos de la melancolía (...), el más puro lenguaje sofócleo y con una riqueza infinita de hondísimos pensamientos". La palabra "melancolía" denota una vez más comunes procedencias de un temple de ánimo con el que más tarde buscaría romper definitivamente Nietzsche. Su profesor escribió para confundir más las huellas del laberinto : "Tengo que dar al autor el amigable consejo de que se apoye en un poeta más sano, más claro, más alemán". 

Hasta los epigramas de la Gaya ciencia, Nietzsche olvida el escribir versos. Nietzsche simplemente olvida. El olvido, lo sabemos, constituye un ejercicio como muchos y los pensadores - Nietzsche lo sabrá mejor que nadie - son duchos en esta tarea. El aforismo lo llevará nuevamente, sin delatar el movimiento de retorno, hacia las fuentes vivas de una cosmovisión poética del mundo, que será siempre musical, porque en todo este tiempo Nietzsche sigue torturado por el ritmo y la melodía y escribe música con bastante frecuencia. 

"El, para pasar el tiempo, una palabra 

vacía, contra el cielo disparó, 

Y herida por tal flecha en lo alto, 

una mujer caída se encontró". 

Confundido por las reacciones de Nietzsche frente al fracaso de una sistémica englobante y totalizadora concepción del mundo, Colli escribe al respecto : "Es notable que este fracaso final, no sea acompañado en absoluto por un aflojamiento, por un estado de depresión, sino que se manifieste, por el contrario, un sentimiento de ligereza ; el de haberse sacado de encima un pesado lastre, e, inclusive más exaltación y una euforia irreversible". Así cree que para acercarnos al poeta falta " una suficiente caracterización de forma y contenido", justamente allí donde los poemas muestran un estado patológico que presenta las derrotas del pensamiento especulativo como conquistas "mediante una transpropiación aberrante que tiende frenéticamente a rápidas realizaciones literarias". Allí donde Colli ve un vacío en el que se inscriben rápidas realizaciones literarias, Klossowski ve el modo en que el pensar ha trabajado subterráneamente para liberar el páthos de la visión poética y liberar, en la imaginería de la parodia, las pulsiones dormidas durante mucho tiempo. "Pero esta supresión del mundo aparente - escribe Klossowski - con su referencia al mundo verdadero se traduce por un largo proceso que solo se puede seguir en Nietzsche si se tiene en cuenta la coexistencia en él del sabio y del moralista, más esencialmente, del psicólogo y del visionario ; de ahí resultan dos terminologías diferentes, que por su perpetua interferencia forman una trama que no podría deshacerse : la lucidez del psicólogo destructor de imágenes no habrá hecho a fin de cuentas sino trabajar para el poeta, o sea, para la fábula, cuando, al querer estructurar la experiencia vivida del poeta, ese sonámbulo del día, el psicólogo, descubre las regiones en que él mismo soñaba en voz alta". 

Zaratustra - acota Klossowski - es en cierta forma el astro del que Nietzsche no será más que el satélite, mejor, diría yo, Nietzsche, tras haber desbrozado el camino para el triunfo de Zaratustra permanecerá en retaguardia en una posición de sacrificio en el curso de una retirada victoriosa". De este modo, el Nietzsche para cuyas imágenes aún el pensar de hoy se muestra remiso, no es sino aquél que da al mito el poder de diferir ampliando el territorio del sueño hacia el momento en que el mundo deviene fábula y el principio de identidad, intensidad y parodia. Dionisios es finalmente el Dios que nos remite a un más allá de la identidad y es solo intensidad y huella. Paul Valadier ha escrito bellamente : "Mientras el Dios cristiano deja morir a su hijo sin morir él, el Dios Dionisios pasa por la muerte, por ser auténticamente signo, debe querer borrarse y desaparecer. Para permitir de nuevo la afirmación, su presencia debe ser ausencia. Es camino, como lo es el hombre. No contentándose con indicar al hombre el camino, sin él (tras) pasarlo, este Dios pasa y muere verdaderamente". 

A pesar de ello, el discípulo de Dionisios no estará jamás lejos de la tenaz melancolía y de ello dará cuenta Zaratustra, peromejor aún, los destellos de los Ditirambos Dionisíacos, actos sacrificiales en los cuales el nombre también debe desaparecer, pasar del otro lado, ser puro estado, ser señal, ser pura huella. 

De este temple da testimonio el siguiente fragmento : 

"Naves perdidas. Restos esparcidos, 

envejecidos soles, 

mares del porvenir, inescrutables 

cielos. Yo lanzo mi dorado anzuelo 

a todo aquel que solitario vive. 

Dadle respuesta a la impaciente llama. 

Pescad para mi que pesco en las alturas 

mi última soledad". 

Conciencia extrema de la crueldad de todo acto creador de destino, Nietzsche vuelve a menudo hacia atrás sus miradas para ver lo que pudo ser y no fue. Los Ditirambos son peones en medio de un campo minado de cadáveres, en el cual el vencedor ya no se reconoce a sí mismo sino por el número de sus victorias y por la fatiga que a veces lo embarga. "¿Acaso anduve mi camino presto - pregunta - puesto que mis pies encuentro fatigados ? ". 

Fatiga pródiga después de la cosecha, victoria sobre los deseos y sobre la fatalidad ; el que va a ser sacrificado canta de este modo : 

"En torno mío el juego de las olas 

únicamente siento ; lo que un día 

pesaba sobre mi se ha sepultado 

en el azul arcano del olvido. 

Detiénese mi barca ya indolente ; 

carreras, tempestades, los deseos, 

las locas esperanzas, sumergido 

está todo en el mar, y el alma mía 

calma y serenidad han recobrado". 

Serenidad y calma, y atención a la soledad donde va a ser ejecutada la tragedia de quien se atrevió a querer más allá de la voluntad tal como suena, dulcemente ominoso, en este canto : 

"Junto al puente me hallaba 

hace un momento en la grisácea noche. 

Desde lejos un cántico venía : 

gotas de oro rodaban una a una 

sobre la temblorosa superficie. 

Todo, góndolas, luces y la música 

ebrio se deslizaba hacia el crepúsculo... 

Instrumento de cuerda, así mi alma, 

de manera invisible, conmovida, 

en secreto cantábase, temblando 

ante los mil colores de su dicha 

una canción de góndola. 

¿Alguien había que escuchase a mi alma ? " 

En todo momento se trata de dar forma a lo incomunicable, de in-formar lo informe, de seducir la beance (caos o abismo en una de sus posibles traducciones). Nietzsche canta bajo un péndulo fatídico en la hora de suprema tensión y angustia - incit tragoedia - donde la sospecha desdibuja el contorno de las cosas y la luz confunde la sombra del viajero con su cuerpo : 

El "II canto de la danza de Zaratustra dice : 

"Acabo de mirar en tus ojos, 

¡Oh vida ! Oro he visto lucir 

en tus ojos nocturnos, 

y ante esa voluptuosidad 

han cesado los latidos de mi corazón. 

Una barca de oro 

he visto brillar sobre las aguas 

de la noche, una cabeceante barca de oro 

que se hundía, 

reaparecía y volvía a hacer señas". 

Y en el final de "Los Siete Sellos" : 

"Si alguna vez extendí cielos apacibles sobre 

mí 

y volé con alas propias, 

hacia propios cielos, 

si nadé retozando en profundas lontananzas 

de luz 

Y si una sabiduría alada fue el logro 

de mi libertad". 

Victoria de Marcias sobre Apolo en la que el Dios cruelísimo estalla en la fragmentación de Dionisios y en el sacrificio órfico en el cual puede verse poéticamente concebido el juego del mundo como modo en que el espacio se temporaliza : 

"Mira, no hay arriba ni abajo, 

ve de un lado a otro, 

de arriba hacia abajo, 

de delante hacia atrás, 

tu, que eres ligero, canta, 

no hables más ! 

¿No estás hechas todas las palabras para 

los pesados ? 

¿No mienten todas las palabras para 

los ligeros ? 

Canta y no hables más". 

El Mundo Como Dionisos 

No hay aquí como más tarde en Rilke, necesidad de concebir la interna trabazón entre visible e invisible, entre interioridad y exterioridad, entre superficie y abismo. Abismo es el mundo como fuerza que no puede ser jamás representado por el lenguaje y jamás agotado por la voluntad creadora de mundos. El mundo es siempre más, como abismo de luz, lugar donde nadie puede mirar sin perder la visión : el mundo es Dionisios. En este punto el lenguaje no soporta ninguna representación del mundo, ninguna verdad ni mentira, ninguna escencialidad pregnante que se apropiaría del mundo. 

El lenguaje comienza por fin a cantarse a sí mismo. Y entonces se hace ligero y ágil, entonces se hace mundo, se hace juego de mundo, se hace camino se hace sendero ; el pensar que camina, danza sobre su propia huella. El canto, dirá Heidegger a ludiendo a Rilke : "Ni siquiera imita lo que hay que decir... El canto es él mismo : un viento : Rilke". Como dirá el poeta de las Elegías, refiriéndose a Jacobsen, en ciertos fragmentos del Zaratustra ; "No se sabe dónde termina la trama verbal y dónde comienza el espacio". Por lo cual el poema no funciona como lugar de inversión salvador - como interpreta Heidegger a Rilke - sino como constante liberación de fuerzas inagotables, justamente allí, donde el lenguaje nunca puede designarse a sí mismo sino en el silencio de su estallido final. 

No aceptamos por eso la opinión de Eugen Fink de que : "La poesía se convierte en la salvación provisional de un pensar del mundo que se aparta de la metafísica, pero que, por el momento, es todavía pobre en palabras". 

Es precisamente aquello que aparece como pobreza, el signo de la riqueza inagotable de lo que, suprimiéndose así mismo, destrabaría todo límite entre el hombre y las cosas. Y es el mundo como sobreabundancia de luz, como abismo, como océano donde vibran y se exaltan las corrientes de las fuerzas puras, el horizonte de un lenguaje que finalmente ha aprendido a nominarse así mismo. Es la experiencia extrema del olvido en el cual despertamos al olvido, para en él, "ser para decir" y en el no poder sino decir, tal cual lo expresa Massimo Cacciari : Parir nuevamente estrellas lejanas. 

Y es en este sentido que damos la razón a Jaques Derridá, cuando con pulso nietzscheano, afirma : "No habrá nombre único, aunque sea el nombre del ser. Y es necesario pensarlo sin nostalgias, es decir, fuera del mito de la lengua puramente materna o puramente paterna, de la patria perdida del pensamiento. Es preciso, al contrario, afirmarla, en el sentido en que Nietzsche pone en juego la afirmación, con una risa y un paso de danza". Por la risa y el desborde de risa se reabsorbe el mundo, y por la risa Zeus vuelve nuevamente a volear el mundo, que es siempre un más : el plus de afirmación. ¿Debemos pues continuar expurgando y descontextualizando la experiencia de Nietzsche y el enigmático poder de dar que pensar, en función de necesidades personales, atados a una tradición empecinada en negar lo más revulsivo de estas revoluciones fundantes ? 

"¡Sí ! ¡Se de dónde procedo ! 

Insaciable como la llama 

quemo, abraso y me consumo. 

Luz se vuelve cuanto toco 

y carbón cuanto abandono : 

Llama soy sin duda alguna". 

Escribió Nietzsche seguro de ser el superador de aquello que la tradición ha llamado "metafísica occidental". Y su vida fue incendio y consumación : " Esto es lo que debe ser nuestra vida - escribió-. Oh, vosotros adoradores de la verdad ! Y mucho más tiempo que la víctima, vivirán el vapor y el incendio de los sacrificios". 

No hemos salido así finalmente a la superficie, fuera de la asfixiante atmósfera de ese "otro" poder - que Artaud execrara-, de la literatura occidental, empeñada hasta hoy en encontrar el absoluto en un espasmódico ascenso hacia el Monte del Carmelo de la subjetividad absoluta, en la cual se suprime todo sujeto y sólo hay "carencia de mundo" ? 

Baudelaire escribió algo que aún suscriben mayoritariamente poetas y escritores de nuestro siglo : "Sería verdaderamente algo nuevo en la historia del arte que un critico se convirtiera en poéta ; ello entrañaría la revocación de todas las leyes psicológicas ; entrañaría una monstruosidad". 

De esta monstruosidad que abre nuevos caminos a la experiencia del arte como mito y profecía del futuro, nace la experiencia de Federico Nietzsche, aislado intento superador y programa sin cumplir del pensamiento del adviento. Toda poética es física y dinámica de un éthos, en el cual el lenguaje habla desde un cuerpo transfigurado, que es solo plenitud y luz, tal cual el cuerpo del pastor que ha logrado vencer la tentación de la náusea y de la melancolía, en la afirmación kerigmática del desgarramiento y el temor de la castración y la muerte. 

Dice Maritain, más cerca que otros de la verdad, cuando se trata de vincular poesía y logos : "La poesía nos obliga a considerar el intelecto tanto en sus secretas fuentes, en el interior del alma humana, como en el modo de función no racional - nótese que no digo antiirracional - o no lógica". 

En éste sentido, la experiencia de Nietzsche es antagónica a la ascendencia en espiral que va de Nerval a los románticos, y a los surrealistas, de Baudelaire al expresionismo, y ha mostrado como la verdadera inspiración y la videncia son estados de receptividad creadora, largamente preparados, como ha mostrado Klossowski, por la desacralización del lenguaje propios del psicólogo y el sabio. Solo en este punto extremo, en el cual las pulsiones se apoderan del habla, y el habla es flujo, economía del deseo, fantasma del cuerpo y cuerpo del fantasma, el yo cede paso al carnaval de las máscaras. 

"Yo es otro" - escribió Rimbaud. Desde entonces, la alteridad ha sido invocada siempre que la mismidad fue demasiado poderosa para ocultar el trasfondo verdaderamente trágico de "lo otro". Nietzsche ha experimentado como nadie ese estado en el que el yo cede a la pulsión más alta de lo otro : 

"Aquí estaba yo 

sentado, aguardando , aguardando - a nada : 

más allá del bien y del mal, disfrutando 

ya de la ley, ya de la sombra, totalmente 

solo juego, 

totalmente mar, totalmente mediodía, 

totalmente tiempo sin meta. 

Entonces, de repente, ¡amiga !, el que era uno 

se convirtió en dos 

Y Zaratustra pasó a mi lado". 

Si las alturas desde donde Nietzsche poetiza no son apropiadas para el deleite de los sentidos - el almizcle, el aloe - , ni la ventisca para el bautismo de las vocales, son necesaria para el advenimiento y la revelación de un fin y un principio. Así en el bellísimo poema dedicado a V. Stein : 

"Esta canción ha terminado, 

el dulce grito del anhelo 

ha expirado en mi boca : 

Un mago la hizo, el amigo a la hora justa, 

el amigo de mediodía -¡no !, no preguntéis 

quién es. 

Fue al mediodía cuando uno se convirtió 

en dos... 

Ahora nosotros, seguros de una 

victoria conjunta celebramos 

La fiesta de las fiestas : 

El amigo Zaratustra ha llegado, el huésped 

de los huéspedes. 

Ahora el mundo ríe, el telón gris se 

ha rasgado, 

El momento de las bodas entre luz y tinieblas 

ha venido... " 

Cuando Nietzsche escribe este poema, la soledad - la séptima -, oculta en el designio del séptimo sello, es ya absoluta. Ha superado incluso la poesía como espejo de reapropiaciones del mundo, humanas, demasiado humanas : "Y todos los poetas creen esto : que quién, tendido en la hierba o en repechos solitarios, aguza los oídos, ese llega a saber algo de las cosas que se encuentran entre el cielo y la tierra". 

Y si a ellos llegan delicados movimientos, los poetas opinan siempre que la naturaleza misma se ha enamorado de ellos. 

¡Ay, existen demasiadas cosas entre el cielo y la tierra con las cuales solo los poetas se han permitido soñar ! 

Y sobre todo por encima del cielo : pues todos los dioses son un símbolo de poetas, un amaño de poetas". 

"¡Ay - escribe - en esta velada crítica a quienes buscan la salida mirando hacia las lenguas maternales o hacia las inscripciones paternas - yo lance ciertamente mi red en sus mares y quise pescar buenos peces ; pero siempre saqué la cabeza de un viejo Dios". 

"También del mar han aprendido su vanidad : ¿no es el mar el pavo real de los pavos reales ? " 

"Penitentes del espíritu he visto venir : han surgido de los poetas". Y, hasta hoy, nadie ha designado mejor la errancia del alma en busca de espíritu - de casa - como Nietzsche, cuando bautiza a los poetas como penitentes del espíritu. El lo sabe, porque ya sin casa ni hogar, ha instalado la suya en la epifanía de lo innombrable, de lo que se oculta en el nombre de Dionisios : el abismo de la fuerza. 

La visión con que Nietzsche cancela su experiencia del sur del lenguaje, cabe en unos versos : 

"Suprema estrella de la suma esencia, 

de eternas obras manantial fecundo. 

¿Vienes a mí ? ¿Como es tu belleza 

muda, que nadie vio, no huye ante mis ojos ? 

¡Emblema de las leyes necesarias, 

de eternas obras, manantial eterno ! 

Mas tú lo sabes bien, sabes lo que odian 

todos y yo amo solo. 

¡Sabes que eres eterna 

y sabes que eres necesaria ! 

Mi amor solo se inflama eternamente 

ante lo necesario. Y tú, su emblema, 

luz suprema del ser, que ningún voto 

alcanza, que ninguna negación 

ha manchado, 

afirmación eterna de la vida, 

yo soy tu afirmación eternamente, 

pues yo también, eternidad, yo te amo". 


Más allá del sistema.

"La filosofía por aforismos y fragmentos, poemas y enigmas, metáforas y sentencias, todo el estilo nietzscheano que tanto eco ha tenido en el pensamiento contemporáneo, se enraíza en la doble exigencia de la destitución de la verdad y de despido del máthema escribe en nuestra época Alain Badiou : " No es extraño que Nietzsche haya resultado durante mucho tiempo vencedor... Ha suturado al poema abandonando al máthema a los raciocinios de la cultura positivista" afirma luego enfáticamente. Como puede notarse el juicio contra Nietzsche luce hoy más atractivo que nunca. Habla Badiou del fin de la edad de los poetas, constelación epocal que abarca el crepúsculo de Hölderlin y la cerrada noche de Celan. Resulta concluyente el hecho de que el pensador francés reconozca dentro de esos límites la hegemonía de "siete poetas cruciales... porque han periodizado, escandido, la edad de los poetas. Se trata de Hölderlin - señala - el profeta, el vigía anticipador. Y tras él - todos ellos posteriores a la comuna de París, que marcó la apertura de la desorientación representada como sentido orientado - Mallarmé, Rimbaud, Trakl, Pessoa, Mandelstan y Celan". 

Resulta evidente que para Badiou, Nietzsche es solo el pensador que abrió las puertas a la derrota e invasión del pensamiento especulativo por las sanguijuelas del pensar rememorativo o la deconstrucción epigonal. Así el poeta recobra su autonomía de vuelo sin controles del Ave de Minera. 

Resulta claro también que si la experiencia de Nietzsche no puede ser hipostasiada como arquetípica, tampoco puede retrocederse en pro de autonomías y legislaciones estéticas de ontologías regionales. Resultaría incontrastable que el pasar pasar en vano junto a las imágenes que el último pensador de occidente, abarcando los encontrados reinos del pensar y el poetizar abrió a la aventura de una cultura que se extingue constituye aún un peligro para nuestro tiempo. Y desde este emplazamiento, creemos que la experiencia de Nietzsche constituye aún el paso obligado, el necesario exilio y el desafío insuperable de las aporías de la razón occidental, que a su vez constituyen el límite que solo los verdaderos anticipadores pueden atravesar. 

En el nombre de todos los nietzsches.

"El nombre de Nietzsche - escribe Jaques Derridá - designa, actualmente, en occidente al único (posiblemente, aunque de otra manera, junto con Kierkegaard, y así mismo con Freud ), que abordó la filosofía y la vida, la ciencia y la filosofía de la vida con su nombre y en su nombre. El único, posiblemente, que puso en juego su nombre - sus nombres y sus biografías - con casi todos los riesgos que esto conlleva : para "él", para "ellos", para sus vidas, sus nombres y su porvenir, especialmente el porvenir político de aquello cuya firma asumió". 

Nietzsche murió como el personaje del film de Oshima, "Feliz Navidad Mr. Laurence". Con el cuerpo enterrado y la cabeza mortal convertida en símbolo del holocausto más hermoso y mas terrible del ahistoria de la los avatares de la razón. De él hemos tomado esa parte que nos habíamos prohibido a nosotros mismos por largo tiempo. De aquí en más la filosofía será conocimiento y el conocimiento como deseo, legislación de lo que es, creación y transvaluación de todos los valores. Henry Lefevre escribe a propósito del filósofo-poeta, la palabra metafilósofo, y afirma, aunque esto moleste a los filósofos : "Y es que aquí definitivamente, algo se ha salido del gozne. Y todos los esfuerzos del tiempo y la fuerza que vendrán tendrá que habérselas siempre con la fuerza (ese bochorno) de mundo que la pasión de un hombre supo poner en frontera a nuestro entendimiento y la creación de un nuevo paraíso para nuevos cuerpos".

 

 

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