Estaba yo meando el Océano Atlántico
Y mientras meaba hacía elucubraciones pensando
Que todos losque gobiernanÍnsulaBarataria
No son castellanos, ni andaluces o extremeños
Que son… gallegos
Y todos felones y autoritarios.
Con mi orina escribía en elagua
Otra leyenda de los Argonautas
Aquellos héroes que acompañaron a Jasón
En la expedición organizada para conquistar
El vellocino de oro
Como yo, que la única expedición que hice
Fue con el Seminario
Y fue para buscar la cagada del lagarto.
Consultando el oráculo a mi propio culo
Deseaba que el vellocino de oro que ansiaba
Fuera el de esa virgen y puta
Que me había acompañado a la playa
Y que tan solo me hizo varios sostenidos
Sin llegar a entrar en su entrepierna.
El mar, cual mostrenco crítico
O mula de confesionario
Venía a mí en olas y olas, y me decía :
Vena mi templo, ven
Que tú vales más de lamitad
De todos esos Jumentos y Jumentas
Que vienen a bañarse y a correrse
Marcando la cadencia de los remeros.
En esa escala de sonidos
Casi me abraza una ola y me tira contra las rocas.
Menos mal al viento del Norte
Y a Cástor, un amigo de pajares
Quien, al verme en ese trance
Vino a socorrerme
Y me libró de romperme la crisma o partirme la boca.
Al llevar mi vista a la pomposa virgen y puta
Le vi su vellocino de oro
Resonante en pavoroso eco.
Un tábano le abría suscarnosos labios lampiños
Recordando aquel episodio que viví
Con la Hidra de Lerma
Villa conventual y cortesana
Que Madre Abadesa podría apellidarse
Cuando yo, un Hércules de segundo grado
Aparecí ante ella con cara de perro
Y una polla con nueve huevos
Uno de ellos inmortal
En una habitación por una sola noche
Que había reservado
En el Palacio Ducal
Para follar cual sabio literato
Y concebir una Academia
En ese cuerpo que ilustra a las naciones
En el lenguaje del Amor
Abierto de piernas.