- Poética de una escritura de iletrada Carmen
Cuando pequeña, en etapa del jardín, pagaba a otra niña para que "me" hagan los palitos y las perfectas bolitas del modelo. Los míos eran renglones y agujeros recontra torcidos. Me aburría esa repetición, para mí inútil, sin sentido, me quedaba sin helado, para que otro cumpla mi deber, mi obligación. Sentía que mi deseo no estaba en esa tarea. ¿Dónde estaba ? ¿En ese momento en el negocio de un grafo delegado a otro ? No, era algo incorregible. Mi mano era desaprobada, una mano zurda no vale, es la mano del diablo, de la izquierda, de la oposición, de la desobediencia. ¿Acaso tenía vergüenza ? ¿Acaso la rechazaba en ese mercado escolar ? El regazo de esa escritura obligada según la mirada de la aprobación, nunca me perteneció, nunca lo sentí mío, nunca me aquietó. Creo que ahí, había un abismo que petrificaba mi deseo y mis ansias. Me sentía ausente y ajena a esa "maternante grafìa". Creo que saber eso desde siempre me dolió, también me marcó afuera de lo común, impuso otra forma a mi tenaz vida.