Puaf¡ es lo primero que leo de este o aquel otro escritor novelista o poeta, quienes, como ya están institucionalizados, no dejan más que cenizas o reliquias de sus cadáveres literarios, y me importan un bledo lo que digan ; además de que no me gustan. ¿Que por qué les leo ? Les leo acostumbrado por la noche cuando cago.
Siempre me han dado repelús los encumbrados, así como jamás me han gustado las películas que obtienen oscares, estatuillas, premios, ni las obras de teatro que cierran taquilla, y aplaude la crítica oficial y oficialista, cenizos a centavo.
Cuando yo, más joven, estudiaba por la noche y trabajaba por el día, era asiduo espectador de claqué, y aplaudía cuando me gustaba una obra, y me apetecía, no cuando me lo ordenaba quien me había vendido la entrada de gallinero a "pedo puta". Visitaba, también, salas de cine especiales, nunca iba a los cines que estrenaban las obras premiadas en España o el extranjero.
Cuando mayorcito, cuidadoso, diligente, ya en elevación y grandeza con las Bellas Artes y Letras, celoso de los encumbrados y propenso a ellos, les seguí el trasero como hacía de pequeño tras los burros y caballos cuando cagaban, o a las ovejas y las cabras, divirtiéndome con otros chicos y chicas, cogiendo sus humeantes boñigas y negras cagarrutas ardientes, utilizando unas para abono de tiestos, y otras para jugar como quien juega con los huesos de aceituna, como cuentan que hacían los celtas moradores de la región del Ebro.
En especial, recuerdo a Vicente Pío Marcelino Cirilo Aleixandre y Merlo, cuyo trasero ocupó el sillón de la letra O, en la Rreal Akademia Ezpanola ; y a José Hierro del Real, Pepe Hierro, poeta de la llamada poesía desarraigada de posguerra, a quienes visité, no sacando de ellos nada en limpio, tan sólo su deseo de que les comprara sus libros, produciéndome su identidad chocante gran confusión.
No he comprado ningún libro de ellos, ni les he leído, por supuesto. Sin embargo, sí que recuerdo, con amor y veneración, a José García Nieto, a quien conocí en el "Café Gijón" de Madrid, ganador del premio Cervantes, y otros muy importantes para su época, ocupando el sillón "I" de la Rreal Akademia Ezpanola. Él me colocó en sus revistas Poesía Española, y Poesía Hispánica, por mis méritos propios y "por tu valía", como él mismo me dijo, junto a otros poetas y escritores, que en ellas publicaron, como Luis Rosales, Leopoldo Panero, Ramón de Garciasol, Juan Antonio Villacañas, Juan Van Halen, Concha Lagos, Carlos Murciano, Francisco Umbral, etcétera.
Otra persona maravillosa que recuerdo es Gonzalo Armero Alcántara, ilustre editor y diseñador gráfico, junto con Mario Hernández, con quienes disfruté, por primera vez en mi joven vida literaria, en una casa de comidas del centro de Madrid, el plato "Rabo de Toro", celebrando los números de la Revista de Poesía "Trece de Nieve".
Más tarde, nos juntamos, Gonzalo, Mario y yo, en una comida en un Restaurante Hindú, a la que no pudo asistir Gregorio Peces-Barba Martínez, político, jurista y catedrático español de filosofía del Derecho ; uno de los siete padres de la actual Constitución Española, quien me había sacado de un aprieto, para celebrar la Revista Ilustrada de Información Poética "Poesía", editada por el Ministerio de Cultura.
También, no puedo dejar de recordar a Antonio L. Bouza, nombre literario de Manuel Bouza Balbás, "Burgalés de Pro", militar de carrera, amigo del Rey Juan Carlos , e ilustre poeta y crítico, creador de la Revista "Artesa" y de muchas e importantes obras, como ser el realizador del Museo "Condestables de Castilla" del Monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar (Burgos), a quien conocí a través de Carlos de la Rica, sacerdote, poeta y editor de "El Toro de Barro" ; este Carlos un verdadero toro bravo de carne y hueso, a la vez que benigno y suave.
Como sé que cada uno habla de la feria como le va en ella, al paso del tiempo, advertí, como sigo advirtiendo hoy, que los poetas y escritores nos odiamos, nos amamos, o pasamos olímpicamente unos de otros ; siendo cierto que este mundo de las Bellas Artes y Letras es un gran mercado con extraordinaria concurrencia de mercaderes y negociantes, sujetos mantecosos, regalones y, a veces, delicados.
Esto es todo. Y deciros que yo soy un cuentista, poeta y dibujante ; y seré propietario de un terruño, tierra, terreno, cuando mi consorte Rita, que es de Burgos, herede.