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Apuntes de animación a la lectura o saber leer
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 Article publié le 17 mars 2019.

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“Una forma de felicidad es la lectura ; otra forma de felicidad menor es la creación poética, o lo que llamamos creación, que es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leído”. “Le debemos tanto a las letras. Yo he tratado más de releer que de leer, creo que releer es más importante que leer, salvo que para releer se necesita haber leído”. J. L. Borges

Animación a la lectura implica descifrar y “saber leer”. También atención, concentración, observación. Animarse a leer es descubrir ese gusto por aquello no saboreado, no degustado o considerado extraño y hasta aburrido, es hasta disgustarse e incomodarse con los aciertos y desaciertos de la vida y la literatura.

Es Mediar entre un lector y un texto ; es multiplicidad de lenguajes encontrándose con lectura habladas y que nos hablan desde la pluralidad de códigos y significados posibles a encontrarse. “La lectura potencia la recreación de la fantasía y desarrollo de creatividad”. 

Posibilita el comentario, la argumentación, la postura crítica, convoca a dialogar, reunirse, conversar, participar, crea grupos y consensos, da espacio a la palabra con agrupaciones sin manipulación, sin dogmas y sin doctrinas, permite relacionar las experiencias propias y cotidianas, replantear criterios, expandirlos, renovarlos y transmitirlos. Contraponer, replicar e innovar contagia a impulsar otros encuentros, renueva las emociones, los pensamientos.

La lectura sea sólo o en grupo permite argumentar, expresar, hablar, debatir, discutir, polemizar, descubrir otros mundos. Se aprende a desarrollar la escucha, concentración, a poner atención a lo que dice el otro, a sentirse valorado, a exigirse, a pulir y tener criterio para sustentar, reconocer los aportes del autor, hacer análisis estructural de la obra, descubrir el estilo o la forma narrativa del autor o sus trucos y estrategias, a respetar la opinión libre de cada quién, de cómo ve el libro, de exponerlo de forma diferente y de encontrarle varias perspectivas a un mismo tema, a personajes o situaciones. 

La lectura una vez enganchada en su usuario crea inquietud, curiosidad, provoca reflexiones, hace internarse en las páginas para degustar y descubrir otras realidades. Es una realidad interminable entre la fantasía y los propósitos del autor, hace elucubrar otras pistas y posibilidades, su fuente es una espiral del devenir, una interminable cita al pie de la página. La lectura es una herramienta e instrumento que labra pensamientos y sentir. Hace vivir emociones inigualables. 

El hábito no hace la lectura, ella lo hace habitable en la costumbre de un convivir sin aburrimientos en una rutina que no asfixie la espontaneidad ni los espacios propios. Allí la espontaneidad del gozo imaginativo encarna la huella de la letra que se sabe, que sabe la interpretan. Que en sí misma es causa, fuente, cauce e interprete. Lugar donde la palabra es canal del ser, papel oral y función del acto.


La lectura es contextual con mundo y palabra propia e impersonal que crea vínculo amenos, divertidos y serios, establece intimidad y conversaciones analíticas, reflexivas, cálidas. Contiene texto y contexto entre autor y lector de una manera única, cada hallazgo es una convivencia diferente con entusiasmos y atracciones propias, con recreaciones, entretenimientos y distracciones únicas.

La elección y la experiencia es exclusiva, la animación a la lectura con el libro es propia e irrepetible, es un gozo intransferible, es una emoción propia con todas sus manifestaciones. Agilita y fomenta la capacidad de pensar, la dicción, el lenguaje, la composición y la gramática, estable otra interrelación con el mundo y los sentidos. 

Su forma de abordaje incluye texto de piel y de tinta cargadas y plenas de imaginaciones, son modos con formas de lecturas narradas, poéticas, contables y habladas que invitan a ser escuchadas.

La animación es un estado de ánimo que anima y crea animadores que conmueven, contagian, involucran y contagian a saber leer, a descubrir la lectura, a hacerse un lector entusiasta con deseos de comprender lo que se lee o fue leído, a relacionar lectura con experiencia e información a desarrollar o crear otras, a tener una actitud crítica. Hace que cada lector se convierta en un animador, referente, mediador para la confrontación de sus propios conocimientos, experiencias y sentir.

La lectura implica signos verbales y no verbales que interactúan, complementan, modifican, estimulan, guían, abren otros caminos, visiones y puntos de vistas. En ella intervienen otros lenguajes tales como auditivo, táctil, gustativo, olfativo, facial, gestual, auditivo, visual, etc.

Leer implica un libro, un texto expresado o manifestado a través de una persona, una ciudad, una historia, un mundo, un verso. Todo texto comporta o lleva un mensaje entre alguien que lo emite llamado autor o escritor y alguien que lo recepta y lo rescribe, lo cuenta o lo recrea, llamado destinatario o lector. 

El lector desde su experiencia transforma, rescribe, reinventa, reconstruye.

Hay diferentes tipos de lecturas, especificando un contraste, tenemos la lectura plana que es ingenua, cerrada, pasiva, uniforme, monótona, monosémica, definitiva, que produce seres dependientes y analfabetos funcionales ; luego tenemos la lectura crítica que es reflexiva, comprensiva, relacional, comparativa, abierta, activa, multisémica, creativa, generadora, produce lectores autónomos y libres.

Hay que preguntarse qué lector soy, qué libros leí en mi infancia, qué leyendas escuché, qué autores conozco, qué temas me motivan, qué poemas, relatos leí en mi infancia. Si acaso nuestros padres eran buenos lectores, contadores o unos mudos que nos hablaban poco o casi nada, cómo nos comunicábamos con ellos, que contaban, nos integraban o nos excluían de las conversaciones. 

Cómo pasábamos del mundo vivencial a la lectura del mundo. Cómo leíamos, qué nos emocionaba, qué nos gustaba de la radio y de la televisión. Qué personajes nos gustaba, qué nos gustaba representar o jugar, cómo nos acercamos a los libros, que historia se nos volvió inolvidable, qué cuento nos gustaba que nos cuenten una y otra vez hasta el cansancio del placer de la repetición.

Si se tiene que describir textos verbales y no verbales se puedes contar con lo que se quiera desde la música, fotos, recuerdos, esculturas, pinturas, películas, a ver qué más hasta de un paisaje. Todo sirve para empaparse de lectura, desde talleres, conversatorios, vivencias lectoras, clubes, siempre y cuando el espacio esté destinado exclusivamente para la experiencia de la palabra oral y escrita.

La prelectura, el lectoescritor, el prelector, el preescrito, el sonido bocal y el alfabeto gráfico toman su tiempo para inscribirse, conocerse y aprenderse. El lenguaje es un dibujo hecho de sentidos, esculpido con la lengua y los dedos, grabado en la memoria a través de los ojos, la escucha y la experiencia del cuerpo hecho memoria y mundo propios.

La lectura tiene su complejidad, abarca capacidad de comprensión, interpretación, conceptualización, resolución de problemas y razonamientos, los factores psicológicos que intervienen son esquema corporal, orientación en el espacio, estructura témpora-espacial, psicomotora y lectura. 

Opinan que los niños aprenden mejor a leer cuando pueden identificar con el ambiente a los personajes y situaciones presentados en los libros y más aún cuando los textos han sido elaborados oralmente por ellos mismos. La lectura debe tener significación desde el primer momento, debe generar placer e interés, no olvidar que la lectura es una función oral y auditiva.

Cada actividad perceptiva es un proceso de como la infancia va enfrentando su aprendizaje y experiencia en el cuerpo donde primero gatea, balbucea, luego erguirse, más tarde camina, y habla. Su contexto es un mundo inmediato cargado de textos, palabras, letras, entornos, vivencias, otros. 

La percepción percibe, encarna persona, animal o cosa a través del sujeto, verbo y predicado. La oración del conocimiento construye el texto de la memoria y de los hechos. 

La comprensión es un aprender en el trato con la relación y vínculo con los demás. Encarnar los textos, las palabras, las letras en el lenguaje, en lo inanimado, en el tiempo, en el movimiento, en el espacio, en la tonalidad, los ritmos, en las pausas, en las relaciones, en los momentos y movimientos. 

El lenguaje está cargado de creencias, gustos, valores que se renuevan permanentemente. La lectura de la palabra, es vocalización, silabeo, fragmentación de la palabra, es oral la correspondencia entre el fonema y grafema, es asociación de imágenes con lo sensorial, táctil, motriz. 

Es autónomo en el niño este deletreo hecho lectura cuando él una vez que llega a esta fase ya conoce los signos y puede descubrir todo el aprendizaje : toda la lectura, en la que con un número de signos puede hacer ya todas las combinaciones posibles : palabras sueltas, asociaciones, frase, oración, párrafo.


Además la lectura “jamás significó una ruptura con la lectura del mundo. Con ella la lectura de la palabra fue la lectura de la palabra del mundo” Paulo Freire. La lectura lleva implícito una dinámica formativa, supone una indagación y un descubrimiento realizado sobre un “objeto manifiestamente comunicativo”.

Ella, la lectura que nos lee y se deja leer, es una brújula, una vivencia personal donde el lector recrea, construye de nuevo, parte de signos gráficos, de imágenes, de sentimientos y pensamientos que impregna con su propia intra-subjetividad.

Todo texto es un universo familiar y social, pasa de lo conocido y desconocido.

El continente del mensaje es contenido, es cultura que invita a germinar la imaginación y el conocimiento. Nos lleva a identificar y relacionar autores, géneros, modalidades, personajes, motivos, temas literarios. Es un inicio a la construcción de criterios, opiniones, selecciones de lecturas y pensamientos propios y compartidos. Abarca temas de unidad y rupturas que permite diferenciar los textos literarios y no literarios que evidencian su validez o no.

El texto tiene un lenguaje verbal que expresa su finalidad, donde se diferencia el literario por su estilo, contenido y género sea poema, cuento, novela, teatro, ensayo. 

Y el no literario por su transmitir, informa, es didáctico, científico, tecnológico, referencial, publicitario, religioso, políticos, normativo, humorístico, aconseja, da valores. La constancia vence lo que la dicha no alcanza, esto es, de la lectura a la creación media letras e imaginación, por lo que “la creación del texto literario es cuestión de talento , de oficio, de vivencia, de reflexión de autenticidad, de honestidad. 

El texto que más eficazmente ayuda a formar lectores desde las primeras edades es el literario, tanto por el intenso placer que proporciona al niño cuanto por los contenidos simbólicos que pone en juego y el efecto terapéutico que ejercen ciertas historias sobre la psique infantil” Francisco Delgado. Es así que la persona que tiene el “hábito lector” sabe aprovechar, hacerse, darse y emplear su tiempo “libre y no libre”.

Poder expresar lo que se piensa y siente es crear y creer en lo humano posible. Es fundamentar el lenguaje, es un llamado a la lectura y escritura. El texto de la vida y el del oficio de la escritura es integral, contiene afectos, conocimientos, actitudes, donde el lector se deja empapar para formar parte de lo que él quiera. 

El lector pone en juego lo que él mismo es y posee, estos son, conocimientos, experiencias, creencias, afectos, temores, frustraciones, sueños, expectativas, virtudes, moral, etc. 

Asume criterios de juicios, toma una posición, valora, contrasta, critica, reconstruye, inicia su otra escritura con yo creo en esto, contradice, ofrece sus criterios de lo que considera debe regir la vida, contrapone los absurdos, agrega, desecha. 

Hay que suscitar el intercambio y una crítica constructiva, que se adquiera el dominio del objeto para actuarlo, representarlo, recrearlo o inventarlo. Hay que facilitar el vivir no dificultarlo, sólo así es posible crear y creer. Innovar el presente sin tanta desilusión ni frustración. 


Para que la vida sea un proyecto a proyectarse con una perspectiva sin temor al devenir, a enfrentar la incompleta y mutabilidad humana. Para que la letra que lo alberga no lo deje morir de desilusiones. 

Para que, donde falte la palabra se constituya el ser, para que donde falte el ser se constituya la palabra. Para que, donde falta los dos aparezca el deseo de sostener y soportar lo ineludible. 

Ahí donde faltan las palabras está la muerte, ahí nace una palabra como presencia que recuerda que la aventura de la vida es aventurarse en los no lugares donde nos espaciamos y nos movemos hacia un devenir a decir, a vivir y algún rato a relatar, a poetizar, a ensayar la vida.

“El texto inicial el del autor ha interactuado con otro texto el del lector y entre ambos ha empezado a generar un tercer texto”. “La lectura es un proceso de reconstrucción de significaciones, de búsqueda de los infinitos sentidos que posee un texto”. 

“Cada vez que leemos un libro, el libro ha cambiado, la connotación de las palabras es otra. Además, los libros están cargados de pasado”. Y “los lectores han ido enriqueciendo el libro”. J. L. Borges

Hay que repensar la educación desde un habla para aprender a ser escuchado y escucharnos, a manejar el silencio, la interpretación y la intervención, a manejar los momentos oportunos y aprovecharlos con diversión, rigurosidad y seriedad, poder intercambiar ideas, vivencias, descubrir y valorizar las diferencias entre los integrantes, “diferencias que constituyen el valor de un grupo, aprender a formular con precisión el pensamiento y sobre todo a no imitar al vecino, a tener un propio vocabulario del cuerpo”.

Todo humano es un ser hablante sujeto del lenguaje desde su concepción, lenguaje que hay que decodificar, interpretar, significar y verbalizar en todo momento. Saber las letras no es leer, deletrear las palabras es empezar a decir, más como decirlas es una convivencia con el otro que escucha y ampara la lectura sin resistencia y presta atención al inicio de la comunicación y de la intención en esa conquista del leo para ti y para mí en ese descifrar de signos y imaginaciones que suscitan recreos mentales.

La lectura es esfuerzo sin forzamiento, es una cita sin obligación ni deber impuesto. Es potenciar el amor a querer, poder y saber leer. Es un reconocerse en el vínculo de la palabra con lo que dice, desdice, entre unos y otros. Ganarse un espacio en la palabra es aprender a “luchar para tener un sitio, ubicación y puesto en la expresión, la propia lectura sobre una verdad sin dejarse atrapar por la debilidad, el conformismo, la piedad o la dependencia del amor sumiso o pueril frente al otro, más aún si es la relación de un niño con un adulto, al infante hay que dejarlo ser en su juego donde ordena su fábula, mito y realidades que le dicen ese eres tú o que va siendo.

El texto genera posibilidades, es una simiente fructífera en tierra fértil, es abono para el cambio, permite transformaciones, otra aptitud interior, se crean propósitos, ser uno mismo, pensarse un lector y escritor productivo, saberse un lector gestor de otras ideas y acciones, de otras reacciones e interacciones ante un texto y el encuentro con las vivencias, que pueda expresarse libremente y espontáneamente de una manera concisa, precisa y agradable. El deseo es la fuente de la animación.

Leer lleva implícito el misterio de la sorpresa en ese dejarse agarrar por la fuente del placer que incita a investigar, a no dejarse atrapar por los laberintos de luces claras y oscuras de los trazos, de la opresión de los caracteres, de la sujeción a los signos. 

Luego sonidos o viceversa después, que hacen la pronunciación y la correspondencia como una adivinanza o magia intercalada en una continuación entre leer y aprender a leer y gustar de esos sonidos escritos y sonoros cuando se los oraliza a través de ese acto que articula la voz entre silencios, signos de puntuación, imaginación, escrituras, pausas y respiración de lo que se lee e inventa de lo leído en lo escrito. 

La lectura es vida atenta para ser descifrada como cuerpo hecho letra, como sueño hecho palabras e imágenes, “el milagro de que palabras mezcladas con nuestros pensamientos nos traslade el mundo, las gentes…” nos haga escuchar lo que se lee para que adquiera sentido. 

Leer no es escribir. Ya que cuando “uno lee escuchando, ¿no es la historia que está dibujada ?” (Doltó), porque se va comprendiendo lo que se lee como siguiendo haciendo un camino caminando. 

Un texto es una historia, “en el método, los textos no querían decir nada, eran ejercicios de lecturas...(Doltó), que sí decían algo, “eran frases que contaban algo, leer es eso, no hace falta la imagen ; uno piensa en lo que eso quiere decir y puede dibujar lo que eso hace pensar”, (Doltó). Hace imaginar, vislumbrar, hacer pensable lo impensable. “La historia que yo quería conocer había sido el anzuelo por el cual deseé tanto aprender a leer, gracias a lo cual había aprendido, como se dice, muy rápido, pero, qué decepción asociada a ese nuevo saber” (Doltó). Lo que se llega a saber no se olvida.

La lectura no es una lección a darse, es un gozo aposteriori del saber que incluye esfuerzo, tenacidad, constancia, perseverancia para ese aprender a leer que vence las resistencias de la ignorancia, que enfrenta el cansancio de la repetición, que se sostiene por el ánimo provocado por el guía que alfabetiza y sostiene el deseo de aprender a leer y hacer un lector sin renuncias a esa experiencia de la letra convertida en habla inolvidable, en escucha placentera, en silencios poseyendo la palabra creadora.

 La lectura es una verdad a media, una experiencia de la vida deseada, una voluntad de goce dispuesto a experimentar discernimientos entre existencias compenetradas en el protagonismo innovador y receptivo de nexos gratificantes y presencias vivientes de momentos emprendedores de animación e iniciación en una zona franca de lecturas posibles y vivibles entre desdecir, fracasos y alegrías plasmadas como diálogos entre un hombre y una mujer queriendo aclarar o aprisionar lo inconcluso y completamente misterioso, hermoso o según sean sus avatares eróticos, duelos sensuales y rutinas de desencuentros entre creaciones, separaciones y otras historias.

La lectura en su uso funcional, rígido y tradicional está orientada a descifrar letras y palabras no como una formación, esto es un común denominador, “se toma a la lectura como el hecho de conocer bien las letras, puntuación, semántica, sintaxis, contexto, los fonemas y aprender a pronunciarlos, claro esto es una primera instancia, pero lo elemental es enseñar amar la lectura para que el niño se apasione por lo que lee. Mientras a la lectura se le asigne una calificación... no lograremos nada” (Galo Guerrero Jiménez)

“No aprenden” ha estudiar, porque simplemente no pueden leer. 

Entonces, hay que comprender que éste es un proceso largo de capacitación, reflexión y meditación permanente de educadores y padres de familias... los fracasos escolares justamente se deben a que la gente no lee” (Galo Guerrero Jiménez)

La pasión en lo creativo es incomparable. La escritura es una peregrina oral que invita a seguir, a continuar, a mantener el suspenso para que se produzca una irrepetible aparición de diálogos visibles e invisibles en los tocadores del cuerpo y del papel.

Entonces, ¿qué es un libro ? “es una extensión de la memoria y de la imaginación” “Un libro no debe requerir un esfuerzo, la felicidad no debe requerir un esfuerzo”. “Siempre les he dicho a mis estudiantes que tengan poca bibliografía, que no lean críticas, que lean directamente los libros, entenderán poco, quizá, pero siempre gozarán y estarán oyendo la voz de alguien. Yo diría que lo más importante de un autor es su entonación, lo más importante de un libro es la voz del autor, esa voz que llega a nosotros” “ J. L. Borges

 “El libro puede estar lleno de erratas, podemos no estar de acuerdo con las opiniones del autor, pero todavía conserva algo de sagrado, algo divino, no con respeto supersticioso, pero sí con el deseo de encontrar felicidad, de encontrar sabiduría”.

“Se habla de la desaparición del libro, yo creo que es imposible. Se dirá qué diferencia puede haber entre un libro y un periódico o un disco. La diferencia es que un periódico se lee para el olvido, es algo mecánico y por lo tanto frívolo. Un libro se lee para la memoria”. J. L. Borges

 

Carmen Váscones 1990

 

 

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