Fui invitado por el gobernador Borge Martín para una cena en la casa de gobierno. Eran los años como editorialista del periódico Novedades de Quintana Roo y en ese entonces, con sus 23 mil ejemplares diarios, su influencia era determinante.
Se nos dijo en la invitación que vendría el nuevo presidente del PRI, el Licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Mis expectativas no eran muy grandes, conociendo a los políticos.
La espera no fue mucha.
Antes de las 9, un joven de aspecto agradable y vestido de manera informal, nos fue presentado como el licenciado Colosio. Su apretón de manos fue firme.
" Jesús Quintanilla Osorio, Novedades de Quintana Roo, mucho gusto en conocerlo, Luis".
" El gusto es mío, Jesús".
A esa presentación, siguieron las preguntas de rigor sobre el partido y como buenos inquisidores, cáusticos, los corresponsales y un servidor, tratamos de ponerlo contra las cuerdas, pero Colosio era de mente ágil, y su franca sonrisa te desarmaba.
Lo malo de la noche fueron las burdas empanadas que nos sirvieron. El corresponsal de Diario de México me dijo, en voz baja : " Mejor vamos por hot dogs amigo…".
Al menos el café estaba decente, pero todo valió la pena por la magnética personalidad de Colosio.
Nos despedimos de él y cosa curiosa : Por primera vez conocí a un político que me inspiraba confianza.
Años después, en Marzo de 1994 me encontraba en una actividad del instituto de cultura sobre la Avenida Efraín Aguilar cuando alguien me comentó que le habían disparado al candidato Colosio. Apresurado, sin poder creerlo, caminé hacia casa de mis padres en la Colonia Casitas. En la tienda de Doña Cori observé en la televisión a un Zabludovsky con rostro desencantado, con la corbata desanudada informando del atentado contra el candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, y aunque posteriormente ganó Zedillo la competencia, siempre me pregunté cómo hubiera sido la presidencia del joven político que conocí en aquella cena de antaño cuando por primera vez creí que existían políticos decentes.