Escenario. El Hombre está leyendo un libro. Al abrirse el telón, se levanta, deja el libro y comienza a hablar.

El Hombre. (Sonríe).
El Discurso del Maestro comienza con el llamado al cambio de vida, "arrepentíos, porque el reino de los cielos, se ha cercado", y ante la Majestuosa Mirada del joven profeta de Galilea, los demonios huyen despavoridos, y la tormenta se adormece ante Su Palabra, "calla, enmudece", y el viento guarda silencio ante Aquel que es la Palabra viva, hecha carne.

El Reino se inaugura y las huestes celestiales, festejar, mientras los espíritus inmundos, la legión solo pide no ser echado al abismo, porque la oscuridad teme a la luz, y el Todopoderoso ha llegado y se pasea humilde y sumiso, llamando a los hombres, a un verdadero arrepentimiento, a un nuevo estilo de vida, basado en el amor y el perdón.

El Apóstol Juan, recluido en Patmos por causa de su fe, recibe la visión de la gloria de Cristo al final de las edades.

"Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo ; y él reinará por los siglos de los siglos".

¡Cristo ha vencido y las horas del maligno están contadas !

Mientras en la tentación, Satanás le ofrece a Cristo todos los reinos del mundo y la gloria de ellos y la alternativa de no sufrir la muerte de cruz, ahora, al final de los postreros días, Juan ve "la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios…él morará con ellos y ellos serán Su Pueblo…y Dios mismo estará con ellos como su Dios…No habrá más llanto, ni clamor ni dolor ; porque las primeras cosas pasaron".

Ha llegado el reino ya en su plenitud.

"Las primeras cosas pasaron…He aquí yo hago nuevas todas las cosas".

El reino realizado está libre del pecado, la tentación y la maldad.

En esta nueva vida, "las naciones andarán que hubieron sido salvos andarán a la luz de ella…y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella", y al final del tiempo, en la eternidad, más allá del cielo "no habrá más maldición… y reinarán por los siglos".

Este reino en su esplendor y plenitud es el cumplimiento total de la profecía.

(El Hombre hace una reverencia y el telón cae terminando la obra).