Escenario. El Hombre está de pie y con una mano, sobre la cual reposa su mentón.
Al abrirse el telón, comienza a hablar.
Hombre. A veces, nos sentimos confundidos e inquietos, sin haber una aparente razón.
Por experiencia, me he dado cuenta de que el Señor en Su bondad, me muestra que mi inquietud tiene una poderosa razón.
Dentro de mí, hay algo que no va bien.
Debemos pedir a Dios nos muestre razón de qué sucede en nuestro interior. Muéstrame oh Señor, que hay en mí, esos pecados ocultos que nos contaminan el alma. Una envidia secreta, un mal deseo que nos daña, algo que guardamos y el rencor que nos muerde las entrañas con sus dedos de maldad.
Dios conoce bien que hay dentro de cada uno de nosotros.
Su mensaje nos desafía a vivir con verdadera honestidad y siendo totalmente auténticos, no cristianos de papel.
Somos parte activa del trabajo de Dios en el mundo.
Por eso, debemos ser autoexaminados, para servirle con un corazón sincero y honesto.
De hecho, nuestra ética cristiana puede cambiar el rumbo de la humanidad, si somos creyentes que conocen sus debilidades.
Examinemos nuestro corazón espiritual a la luz de la Palabra de Dios.
(El Hombre vuelve a su posición inicial y el telón cae terminando la obra).