"El pueblo que estaba en tinieblas, vio gran luz". La Biblia.
Escenario. El Hombre, sentado en sillón, vestido a la usanza de un viejo arqueólogo, tiene cruzadas las piernas. Al abrirse el telón, habla.
El hombre vivía entre los sepulcros.
Todos le temían.
Desnudo, varios le sujetaban y le ponían cadenas.
Al amanecer, las había roto.
Su rostro, de fiera embravecida, llenaba de miedo.
Rugía amenazador y las voces, mil de ellas al unísono, gritaban una cacofonía delirante.
Las voces demoníacas exigían sangre.
Los niños, al verle, huían despavoridos.
Rompía las cadenas y aullaba como lobo por las noches.
Hasta una mañana cuando el maestro de Nazaret se acercó a él. Los demonios que habitaban al hombre de Gadara intentaron destruirlo, pero Jesús, el carpintero de Nazaret, les ordenó salir de él y no entrar de nuevo a su alma.
Los espíritus inmundos huyeron hacia una piara de cerdos y precipitándose al agua, los ahogaron. El hombre, en su cabal juicio, le pidió al maestro ir con él. Jesús le dijo" ve a tu pueblo y cuéntale a todos cuan grandes cosas ha hecho el Señor contigo". Y se fue en una barca.
Desde entonces, el hombre de Gadara fue feliz y siempre predicaba de su gran libertador, el Maestro Jesús de Nazaret.
(El Hombre sonríe y el telón cae terminando la obra).