Casi toda mi vida he caminado solo
como una sombra blanca
lejos de mi patria materna.
En la profundidad de las cascadas
y el correr de los ríos de la vida
veo tu nombre Madre
Esperanza,
con tus ojos de almendra
brillantes y amorosos como estrellas.
Viajas en el silbido de un tren solitario
en el gran teatro del tiempo
como pólvora encendida en el corazón de los hombres.
Eres la Madre mía,
la de todos y cada uno de los seres del mundo,
la de los prisioneros que sufren tras los barrotes de cárceles enfermas,
soledades e injusticias ;
la de los sentenciados a la "silla eléctrica"
por revolucionarios ;
los que han dado la vida por la liberad de su pueblo,
por todos ellos Madre, te recuerdo y te amo.
Te recuerdo por tu dedicación a mis años de infancia
en que la torcaza llegaba a tomar agua
en la fuente del jardín de la casa,
por eso te comparto con todos los seres huérfanos de Madre
de esta tierra
donde el tiempo pase como una golondrina
dorando tus cabellos
y todos recibamos una gota de amor
del rostro de tu maravilloso ser
que dio luz y Esperanza
a los desdichados de nuestro tiempo ;
por ti Madre que lloraste mis lagrimas
en la intimidad de nuestra casa
te brindo mi amor bajo las nubes lejanas que te cubren
en la eternidad,
Cochabamba, Bolivia, l4 de agosto de 202l