Escenario. Los hermanos están sentados en amplias poltronas. Al abrirse el telón, Iván habla.
Aliosha. Mi querido hermano, no entiendo tu posición. ¿ Porqué eres ateo ?
Iván. No soy ateo, precisamente, pero si Dios permite el sufrimiento de los niños, no quiero creer en ese Dios.
Aliosha. ¿ Quién es el responsable de la muerte y abandono de los niños ? ¿Acaso el Señor ?
Iván. Él lo permite.
Aliosha. Si Dios no existe, todo está permitido.
Iván. Ese es el punto. Cómo todo está permitido, entonces Dios no existe.
Aliosha. Eso excluye a la responsabilidad humana. Tenemos libre albedrío.
Dmitri. Para el ateo, la maldad no solo está autorizada, sino que ha de considerarse una manifestación natural, necesaria y razonable.
Iván. No niego la existencia de Dios, pero, con todo respeto, le devuelvo la entrada.
Dmitri. Es lo mismo.
Iván. Me limito a declarar que admito la existencia de Dios.
Aliosha. Así está mejor.
Iván. He decidido no intentar comprender a Dios… admito sin razonar no solo la existencia de Dios, sino también su sabiduría y su finalidad para nosotros incomprensible.
Narrador. Y así, la charla prosigue durante un tiempo.
(La escena se aleja y el telón cae terminando la obra).