Retour à la RALM Revue d'Art et de Littérature, Musique - Espaces d'auteurs [Forum] [Contact e-mail]
  
La amenaza de la cigüeña - 3ª. parte
Navigation
[E-mail]
 Article publié le 24 juillet 2022.

oOo

¿LODO, BARRO, CHICLE O PEGAMENTO ?

---¿Vamos al taller ? --- preguntó Luis por señas ---. Nos lanzamos o me voy como esté el carro ---dije muy decidido.
 --- ¿Qué fue ?
---Sólo sé lo que Bety me dijo : "¡Ya fue, ya fue !".
--- ¿Viste al mecánico ?
---Está terminando ---consultó su reloj ---. Ya debe estar, me dijo en media hora y ya pasó.
--- ¡Pues vayamos al taller ! --- el mecánico estaba calentando el motor.
---Ya está su nave. Perdone todo lo que lo hicimos sufrir. No quisiera estar en su lugar. Ya me enteraron de cómo está la cosa. ""¡Qué rápidos son aquí con las noticias !", pensé. Recogimos las cosas de la casa, nos despedimos. De don Tono y le encargué la Agencia. Luego pasamos a la gasolinera a cargar gas. No desayunamos, porque me urgía llegar a San Cristóbal lo más pronto posible ; así lo concebía. Me puse los guantes y los lentes para manejar y arranqué decidido a lograr mi mejor tiempo para llegar a mi ciudad natal, y no tenía ninguna duda, pues ya llevaba muchos días viajando con todo tipo de climas y pisos, y siempre pude salir airoso. Todo iba bien hasta en la recta, antes del río, donde la terracería te permite correr algo, nos encontramos un tramo de barro negro, parecido al de las ollitas, usadas para contener el mezcal de Oaxaca, como de diez metros de largo. No se podía evadir a los lados, porque ahí estaba peor. Se notaban rodadas de atascamientos. Al bajar la velocidad, entré despacio, y como si se tratara de chicle, en pocos metros, a pesar de haber puesto la doble tracción, hice todos los cambios, y quedamos sembrados por completo, atascados. Al bajarme del vehículo, perdí un zapato en el barro negro, cual si fuera melaza. Quise calzar el yip con el gato y no pude. Al bajar Luis de atrás de mí perdió también un zapato. Empezamos a batallar de mil maneras y no logramos nada bueno. Vi a lo lejos una carreta con dos bueyes y le pedí a Luis llamar a los dueños, diciéndoles que les pagaría si me ayudaban a salir de ese obscuro atascadero. Fue a verlos y al ratito llegaron dos jóvenes, con una pareja de bueyes. Los muchachos estuvieron batallando, con la ayuda de los animales y no lográbamos mover el Toyota, ni siquiera medio metro. El inclemente sol se burlaba de nuestros esfuerzos (eso imaginé) y mi cerebro iba empequeñeciéndose, conforme transcurría el tiempo, rápidamente en contra nuestra. Me dolía todo el cuerpo y mi cara tostada, ardía gracias a la cruel quemada, los labios resecos se me reventaron en varias partes. Luis no se quedaba atrás y estaba tan negro de barro como yo, hasta la trusa, con solo un zapato y calcetín negro en el otro. Parecíamos la copia reflejada de un espejo, pues nos faltaba el contrario. Mi reloj ya marcaba la una y media. "¡Casi cinco horas hemos estado trabados en ese infierno de barro nnegro", me dije. Vi venir y pude escuchar el vehículo y tras hacerle las señas, se detuvo. Era una camioneta Willys, de una tonelada, de doble tracción con dual. Y me alegré cuando vi quien la conducía, pues era un hijo de don Carmain Do Santez, quien luego de reconocerme, ofreció ayudarnos.
 --- ¿Tiene alguna cadena o un lazo para jalarlo ? ---solicitó. Le mostré la gruesa cadena de acero, como de cuatro o cinco metros, utilizada con la carreta y me dijo que estaba bien. La amarró a su defensa y atorándola en la del Toyota, subimos, él a su vehículo y yo al mío, me A la seña de un claxonazo comencé a acelerar y no hubo nada bueno. La camioneta ya se había trabado. El muchacho se bajó rápidamente del vehículo.
---Si seguimos así, vamos a quedar sembrados los dos ---dijo ---. Yo ya lo estuve a las seis de la mañana. Esa carreta no pudo con su carro, pero lo hizo temprano y pudimos sacarlo. Voy a salir porque apenas me trabé y vamos a buscar un palo para hacer una extensión de la cadena y así podremos jalarlo sin entrar yo al barro. Háganse a un lado, por favor, no los quiero enlodar -al observarnos bien, mejor reímos ---. De todos modos, háganse a un ladito, para evitar cualquier cosa no agradable. Ya conozco este barro y no me ganará. Se trepó a su nave y puso la doble tracción. Y Sin el esfuerzo de jalarnos se apreciaba menos forzada aunque estaba patinando por falta de carga.

— ¿Y si nos subimos para hacer peso ? -propuse—. Si se hunde un poco más, le para y nos bajamos. ---Mi idea y todos trepamos. Di la señal. Al comenzar el vehículo a rugir, se sumió un poco en el barro, y de repente, como si fuera un caballo cerrero, hizo un respingo para salir después a la carretera, la cual se veía como una gigantesca piel de dálmata, llena de pintas negras, destacando el fondo blanco de la terracería. Después trabamos el palo de unos pocos metros de largo, a la cadena de acero, con una llave inglesa. La camioneta ahora sí quedaba fuera del negro lodo. El conductor se acercó a la orilla de la gran nata y anduvo al otro extremo.
---Si jalo para atrás y luego no pasa -dijo ---, no me lo voy a perdonar, máxime si sé el motivo de su prisa. Como pude pasar en la mañana, voy a ir al otro lado, por aquel extremo, seco ---señalándolo con el índice derecho-y desde ahí puedo arrastrarlo. Voy a usar velocidad y no mucha potencia y así evitaré que las llantas patinen al girar muy rápido, y usted, cuando lo jale, use la segunda o tercera velocidad con la doble tracción y va a ver cómo sí sale de una vez. Hicimos todos los amarres en el lado delantero, saliendo del barro mientras pasaba. El fango manchó todo, un poco más, ampliando las manchas ya existentes. Cuando lo vi del otro lado sonriendo, echándose en reverse para que el palo y la cadena dieran, me sentí más seguro. El joven midió la distancia marcando sus pasos.
---Necesitamos un palo más largo. De este lado hay más distancia que allá atrás ---dirigiéndose su acompañante, dijo ---. Córtate otro palo, pero velo bien, sebe ser más largo que éste ; si no da, lo empatamos como sea, ¡pero pícale !
---¿Le echas una manita, Luis, por favor ?
En cuanto los dos muchachos desparecieron en la vegetación, le conté a mi benefactor temporal cómo estaban las cosas con mi esposa y se preocupó más. Gritó apurando a su acompañante, y pronto aparecieron cargando en los hombros una parte de una vara bastante más larga, y la amarraron muy bien a la cadena, la cual enganché desde cuando la Willys pasó del otro lado. La jalada de Toyota fue toda una odisea muy emocionante, porque varias veces creímos que la camioneta no iba a poder. Por fin, cuando ya mis esperanzas estaban menguando, un salto y el chirrido de las llantas en la grava me dijeron que estaba fuera. Me fui corriendo y fui a abrazar a todo mundo, dándoles las gracias, mientras las lágrimas brotaban de mis ojos, en un llanto que no pude, ni quise contener. El hijo de Don Carmain, su ayudante y Luis fueron contagiados por mi emoción y les salieron las lágrimas, como a mí.
---Los hombres de verdad, sí lloran cuando hay razón como esta para hacerlo --- filosofó Luis. Nos dimos las manos y un abrazo.
---Bueno Licenciado. Ya está del lado bueno. Arránquese y váyanse con mucho cuidado, por favor. No valdría la pena nada, si luego se accidentaran. Por favor, cuídense.
---Gracias, pero no nos vamos hasta no verlos cruzar.
--- ¡Sale y vale ! ¡Me gusta tratar con hombres como ustedes ! No me voy a quedar atorado porque no quiero atrasarlos. Vea por el espejo y tenga fe, y ¡ya súbase a su carro ! ---Tanto el joven Do Santez como su ayudante, se subieron a su vehículo y pasaron por el mismo lugar como lo hizo antes, eso sí, a toda velocidad, y salieron del otro lado. Con el sonido del claxon nos saludaron los dos muy efusivamente, instándonos a irnos. Me sequé las lágrimas varias veces y cuando ya pude ver bien, di gracias a Dios por habernos enviado a esos ángeles para apoyarnos en el momento exacto y partí.
---Ya es el momento de reponer el tiempo perdido tan a lo zonzo, creo.
---No te incrimines, Jorge Arturo, pues cualquiera en tus condiciones, con el mejor vehículo del mundo y por cierto ----golpeó la puerta con el puño --- éste es uno de ellos. Se hubiera quedado. Te engaña el barro, pues lo ves inocentito ---observó su pie sin el zapato y luego vio el mío --- si no, ve nuestros pies sin zapatos ---. ¿Por qué los perdimos ? ¿Lo abalizaste ?
---La mera verdad, no. Según tú, ¿cuál fue la razón ?
---La más sencilla de todas, la confianza. Confiábamos en que todo iba e iría bien : Buen chofer, buena carretera, magnífico vehículo, muy potente y especial para caminos pésimos y ese pedacito de barro negro es como el chipi chipi, esa lluviecita tan inocente.
---Tan inocente, por eso le llaman "Moja pendejo", porque por verla tan inofensiva, por confiado, te mojas a lo pendejo. ---Pese a la preocupación me reí y tranquilicé un poquito.
---Recuerda lo más importante. Nos interesa llegar, aunque sea tarde, pero llegar ---sentenció Luis.

 

Un commentaire, une critique...?
modération a priori

Ce forum est modéré a priori : votre contribution n’apparaîtra qu’après avoir été validée par un administrateur du site.

Qui êtes-vous ?
Votre message

Pour créer des paragraphes, laissez simplement des lignes vides. Servez-vous de la barre d'outils ci-dessous pour la mise en forme.

Ajouter un document

Retour à la RALM Revue d'Art et de Littérature, Musique - Espaces d'auteurs [Contact e-mail]
2004/2024 Revue d'art et de littérature, musique

publiée par Patrick Cintas - pcintas@ral-m.com - 06 62 37 88 76

Copyrights: - Le site: © Patrick CINTAS (webmaster). - Textes, images, musiques: © Les auteurs

 

- Dépôt légal: ISSN 2274-0457 -

- Hébergement: infomaniak.ch -