CARCASSONNE
a Joë Bousquet
Ahora sí que no nos resta más que la vida,
y unas cuantas monedas
para perennizar este suplicio.
Las palabras forman parte del contexto.
La mudez es agradable cuando sólo la saliva
la sentimos desvanecerse cual un frío desgarro
en la garganta,
provocándonos espanto
al ver estampado en un periódico
el cándido semblante del asesino.
Yo interrogo la estatura de la piedra,
su paciente arquitectura cristalina, y a hurtadillas
percibo su presencia en forma de racimo
sobre un flanco
de esta antigua ciudad de Carcassonne : la
campana.
Esa oscura
nitidez
de jade oculto, templo de amenazas en comparsa.
EL TIEMPO
El tiempo es el único invitado a esta tertulia
diurna.
Quizás la conserje, en un acto póstumo,
abra aquella puerta
por la que el viento ha de colarse,
simulando ladrar.
Mas tú, bienaventurado, te despojarás
finalmente
de tu sombrero de fieltro. Y con un gesto
simple y breve :
apagarás con ademán despectivo
los cirios soñolientos.
*
(Textos publicados en RUN RUN DICOEX, 2005)