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Article publié le 29 novembre 2020. oOo Allen Grossman, cuya lectura de Caedmon estoy pirateando aquí, extrae de esta lectura (y hay muchas versiones de ella) una dura lección : la poesía surge del deseo de llegar más allá de lo finito y lo histórico -el mundo de la violencia y la indiferencia- y de alcanzar lo trascendente o lo divino. Uno se siente movido a escribir un poema, se siente llamado a cantar, por ese impulso trascendental. Pero en el momento en que pasa de ese impulso al poema en sí, el cántico de lo infinito se ve comprometido por el carácter de finitud que condiciona su creación. Los versos que uno sueña pueden derrotar al tiempo, las palabras pueden liberar a la historia de su realización, puedes representar lo que no puede ser representado (por ejemplo, el concepto de representación en sí), pero al despertar, cuando uno vuelve a sentarse con sus amigos junto a la hoguera, se regresa al mundo de los hombres, con su lógica y sus leyes inflexibles.
El odio a la poesía Ben Lerner (Topeka, Kansas, 4 de febrero de 1979) “¿Un poeta publicado ? Y cuando les dices que sí, que eres un poeta publicado, parecen al menos vagamente impresionados. ¿Por qué ? No es precisamente porque ellos, o alguien que ellos conozcan, lean revistas de poesía. Y aun así, hay algo profundamente justo, creo yo, acerca de este interés instintivo hacia la publicidad. Todo el mundo puede escribir un poema. Pero ¿ha sido tu poesía la destilación de tu yo más interior, considerada auténtica e inteligible por los demás ?”. Jesse Tangen. Mills [revistaarcadia.com]
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