Una alfombra roja y en el medio, una silla, sobre la que se sienta el Hombre.
Al abrirse el telón, el Hombre habla.
El Hombre.
En los pasillos del poder, los políticos son los que manejan, todo.
Desafortunadamente, en estos pasillos, los aduladores aplauden todos sus movimientos, sus excesos y nunca le señalan sus faltas.
Los críticos y los estoicos, se mueven con lenguas burlones, y dominan con sus mensajes, el entorno social.
Los apaniaguados, que se esconden en sus miedos, solamente observan el desastre y se quejan en voz baja.
El poderoso se pasea entre los pasillos con cara de fastidio, seguro de su aura de influencias.
Ellos tienen la sartén por el mango y el mango también. Los ejecutivos que van del sillón, al avión, y de allí al paraíso, solo ríen ante la necesidad.
Viejos lobos disfrazados que lamen su maldad.
( El Hombre sonríe y el telón cae terminando la obra).