Escenario. Una gran palestra, dónde el hombre, vestido de gala, sonríe.
Al abrirse el telón habla.
El Hombre.
Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de templanza (Colosenses 3:15).
No hay nada más denigrante que la forma en que se consiguen los puestos de trabajo en muchas empresas : A través de influencias, amiguismos y compadrazgos.
Los cristianos no debemos participar en estas acciones ni permitir que nuestros hijos sean "colocados" por influencias, si no que cada quien obtenga su empleo de manera lícita, de acuerdo a su preparación, y no con base en las amistades que podamos tener.
Debemos ser sal de la tierra, pero si hemos sido hollados por la mezquindad, nuestra sal es reprobada.
La sal preserva del efecto de la corrupción y esto debe ser una marca distintiva entre los creyentes en Cristo : Declaraciones de impuestos sin alterar, pagos a los deudores sin disfrazar las cuentas, honestidad entre los conyugues y no hipocresías.
El llamado es claro : Sed santos en toda vuestra manera de vivir (1 Pedro 1:15), y recordemos que fuimos escogidos "para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor" (Efesios 1:4).
La Biblia es categórica, tenemos una nueva vestimenta y no es la del mundo : "Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de templanza.
( El Hombre hace una reverencia y el telón cae terminando la obra).