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Sosías
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 Article publié le 23 janvier 2022.

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El diccionario señala que se le llama sosías a una persona que tiene un gran parecido con otra, a tal grado de poder ser confundida con ella.

Experimenté mi primera experiencia con este fenómeno, por llamarlo de alguna forma, la vez que saliendo del banco Somex, aquí en Chetumal, cuando el coche Dodge no quiso encender, y como ya me lo había hecho, pensé que quizás sería lo mismo : que los polos de la batería se habían soltado y no hacía contacto. Abrí el capirote y comencé revisando los bornes y siempre le atiné, porque estaba suelto el polo positivo.

---¿Puedo ayudarlo señor licenciado, puedo echarle una manita a cuenta de lo que me debe usted ?

Curioso giré hacia donde escuché la voz de una persona de unos cuarenta y tantos años, con cara de trabajador de algo y de pocas pulgas.

----Discúlpeme señor…

---Si, José Martínez. No se haga que bien sabe, y lo sabe bien, estoy seguro de eso, de con quién hablo.

----Pero creo que me está confundiendo con otra persona, porque yo no lo conozco a usted. Es la primera vez que lo veo.

---Bien se ve que es usted licenciado. ¿O no lo es ?

---Sí, soy licenciado ---dije.

---También es de Chiapas y ejecuta diferentes instrumentos musicales y trabaja en el Gobierno. ¿Es o no cierto lo que digo que es ?

---Soy músico, licenciado y trabajo en Gobierno y también soy de Chiapas pero no soy la persona que le debe dinero ---me subí al coche y el hombre comenzó a despotricar, nada bueno, gritándome groserías. 

Me alejé para evitar males mayores.

---¿Dónde y cuándo lo conociste y le debes al parecer dinero ? ---quiso saber mi esposa.

---Lo acabo de conocer y lo que sé de él es lo mismo que sabes tú. Nada antes de esto.

----Pero…, ¿estará loco ?

---No lo creo porque me habló con mucha seguridad como si me conociera a conciencia.

---¿No será que la bronca es con tu sosías ?

---¿Sosías, alguien tan parecido a mí, tanto como para confundirme con él ?

---Así es Jorge. Me preocupa porque enumeró algunas cosas .

---Es lo que me intriga de este asunto. ¿No será que también haya similitudes no sólo en el físico sino también en sus pertenencias y cualidades ? Si eso fuera cierto, la cosa está cañón, porque sosías en ese caso, sería tu otro yo, parecido a ti, en todo. ¡Cruz Cruz que se vaya al diablo y venga Jesús !

Pasaron unos quince días, cuando en una noche se les antojó bueno, se nos antojó probar las hamburguesas que tenían fama. Un modesto negocio con un tingladito nos recibió con mucho cariño. Tuvimos que juntar dos mesas para tener asiento los cinco hijos, mi esposa y yo. Al fondo estaba una pareja como de nuestra edad, departiendo con sus dos hijos. Después de que hicimos nuestro pedido, Atalita, la mayor de nuestros retoños, dijo en voz baja

---Los señores y sus hijos están hablando de nosotros.

---¿Cómo lo sabes, les escuchaste algo ?

---Pues te miran y luego ven al señor, la señora ríe y los chamacos ríen también.

Disimuladamente miramos como de soslayo y percibimos la notoria curiosidad de los vecinos. Y de repente todos descubrimos el milagro o lo que pudiera ser : para ellos su papá estaba en su mesa y en la nuestra y nosotros, no nos quedamos atrás en la apreciación. Mis gentes y yo sentimos que tanto él, como yo, estábamos en las dos mesas.

Nos pusimos de pie y dadas las circunstancias nos amigamos fácilmente, pues éramos como una gran familia, detalle que permitió salieran a la luz detalles creando señales y las aclaraciones de nuestra supuesta similitud : mi sosías en ese momento era el Licenciado Saúl de León Ross, Delegado del ISSSTE, chiapaneco de Motozintla, músico, compositor y escritor.

Después de las presentaciones de los integrantes de cada familia, salieron los hechos alusivos a las conciencias en cuanto a ambos sosías, y reímos todos cuando expliqué el término.

--- Dicen que hay siete personas iguales en el mundo ---aseveró Saúl--- y yo cuando menos ya conozco a dos.

---Y vaya que sí nos parecemos – dije. La risa fue general.

“---Soy amigo de Arturo Soto Crócker, mi compañero de trabajo como maestros en San Cristóbal. Por él supe de usted como creador del gran éxito “Ángel o mujer” que él interpretó al grabar el disco, pero nunca me dijo que nos parecíamos mucho.

---Vaya que es pequeño el mundo. Yo fui alumno de la clase de música de don Jesús Penagos, su abuelo, en la secundaria y fui amigo de su tío Jesús, mi compañero de clase.

---¿Cómo supo de mí ? ¿En Chiapas o aquí ?---pregunté.

---Ahora que lo dice, fue en Chiapas, y físicamente aquí

---Siguen las coincidencias : supimos de la existencia del sosías, allá en tierra chiapaneca ---aclaré.

---Pero físicamente hoy aquí, para nuestro beneplácito ya nos identificamos plenamente.

---Cuéntenos como supo de mi papá en Chiapas ---quiso saber Atalita, mi hija. ¿fue algo agradable ?

---Yo diría que fue inolvidable porque un día me tocó visitar Carranza, por un asunto de la comisión electoral y llegué en el autobús procedente de Tuxtla Gutiérrez como a las nueve de la mañana y al bajarme del autobús, fui abordado por un individuo muy moreno, como curtido por el sol y tan flaco, tan flaco que dada su estatura era inverosímil verlo caminar sin doblarse, y era todo lo contrario, pues andaba muy derechito.

“---Licenciado, qué gusto me da encontrarlo ---me dijo el flaco que parecía conocerme profundamente, porque la carne enchilada de res es uno de mis platillos favoritos y porque doña Carmita preparó curiosamente la carne de res enchilada que tanto le gusta. Tiene que probarla.

---¿Doña Carmita… carne enchilada de res ?---balbucí.

---Siií, licenciado, lic, como lo tratamos coloquialmente. Yo, su amigo Cícero, su servidor --- me dio la mano efusivamente---, lo estoy invitando con mucho cariño a que me acompañe al restaurante Carmecy, propiedad de doña Carmita, mi esposa y yo, somos los propietarios, como usted sabe, pues en cuanto llegó a Carranza, se hospedó en nuestro hotel. Le recuerdo que ella es la chef del restaurante y en su nombre y el mío lo invitamos con mucho cariño. ¿Vamos, lic ?

“---Y no se imaginan lo que sucedió al llegar al hotel y restaurante Carmecy. En cuanto puse un pie en la entrada al comedor me llovieron los saludos.

Por la puerta del fondo apareció una señora de muy agradable aspecto, quien muy sonriente al verme, llegó casi corriendo para abrazarme con efusividad.

---Licenciado, muy buenos días. Me da mucho gusto recibirlo en esta su casa. Le voy a servir un plato que va a saborear hasta chuparse los dedos. Para hoy preparé su plato : carne de res enchilada, acompañada de unos frijolitos refritos, con queso de doble crema del rancho de don Melitón, con tostadas asadas de maíz, y con un café de Yajalón bien calientito y tenemos además, en la mesa unos timpinchiles con mira p’arriba, que son la especialidad de la casa.

---Sabroseadores de lujo de doña Carmita ---explicó don Cícero---son los timpinchiles, los chilitos que pican u n poco y los mira p’arriba que sí hacen mirar el cielo por lo picosos.

---Fue tan descriptiva la explicación de la pareja que se me hizo agua en la boca el desayuno, antes de probarlo---explicó Saúl.

---Muuuy buenos días, señor licenciado --- se-escuchó proveniente desde atrás de la aflautada vocecita de una bella y delgada muchacha en plena adolescencia, con ojos muy grandes, con una largas y obscuras pestañas. Por el físico deduje que era hija de doña Carmita.

---Giré por completo hasta quedar frente a ella. La muchacha tomó mi mano entre las suyas y me sentí aprisionado con firmeza. ”Mucho gusto”, pude decir en el momento en que doña Carmita entró con las charolas de comida que asentó en la mesa.

---Vaya, Carmita, por fin saludaste al licenciado ---doña Carmita sirvió los platos de mi desayuno y los de don Cícero ---trae de la cocina tu desayuno, que dejé listo y de paso la jarra con el café.

Soltó mi mano y me sentí liberado. Obediente Carmita fue a la cocina y regresó con su desayuno y el café.

---Acompáñanos a desayunar con nuestro invitado ---propuso don Cícero y la muchacha sirvió los cafés y sirvió su desayuno.

---Doña Carmita me preguntó por mi esposa y mi parejita de bellos hijos. Todo encuadraba a la perfección, tanto que pensé que era algo de mi imaginación. Por tantas cosas similares y eran muchas coincidencias.

—El convite resultó delicioso ---exclamó Saúl---hasta que Cícero bajando la voz y viendo a los lados ---dijo--- : ¿Se acuerda Licenciado Quintanilla, de los dos muchachos que mataron a la viejita y usted logró que los agarraran y juzgaran, se escaparon y dijeron que en cuanto lo encuentren lo van a matar. Los han visto merodeando su casa.

---Me levanté de mi asiento casi saltando y abrí mi maletín para sacar mis credenciales de la Comisión Electoral, de la cual yo era representante estatal y se las mostré. El estupor dibujado en sus rostros me inquietó.

---¿Si no es el licenciado Quintanilla, quien es ? ---preguntó don Cícero.

---Soy el licenciado Saúl de León Ross y yo no conozco al licenciado Quintanilla.

---Pues véase en un espejo ---dijo Carmita molesta.

Don Cícero intervino :

---Debe de cuidarse licenciado, porque si mi esposa, mi hija y yo, que hemos convivido de cerca con el licenciado Quintanilla, su esposa e hijos no pudimos diferenciarlo de usted, esos dos matones que andan buscando al otro licenciado para matarlo, es seguro que no van a ver ninguna diferencia con usted, porque sólo lo vieron algunos momentos durante el juicio.

---Lo más juicioso que puede usted hacer es alejarse de esta zona, lo más pronto posible---sugirió doña Carmita

---Tiene usted suerte licenciado —dijo don Cícero---el cantante que es taxista está desayunando en aquella mesa, para luego irse a Tuxtla.

En media hora estaba viajando en el taxi escuchando melodías en inglés que el taxista interpretaba traduciéndolas del español al inglés y hora y media después llegamos a la capital de Chiapas.

Lo bello de esta historia es que años después un día llegó Saúl a la casa con su hermano y le dijo a él que yo si era su hermano, porque éramos iguales. El año siguiente que vino mi papá de Monterrey con mi hermano Ángel u fuimos a ver a Saúl y nos tomamos juntos una foto familiar

 

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