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Europa (Corpus Barga, Josep Pla, Ramón Gaya) (Santiago Montobbio)
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 Article publié le 19 juin 2022.

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Leo lo que sigue en el libro de Crónicas literarias de Corpus Barga, quiero decir que completo su lectura. Que sigue gustándome e interesándome mucho. La lucidez y agudeza en “¿Qué será escribir bien ?”, y textos que nos hacen adentrar en Europa, como “Apuntes a Goethe”, y esto es especialmente particular y sustantivo. Porque Europa dice y acompaña a este autor. Es presente esta cuestión, por definitoria, por múltiple, por unida a su vida y su escritura, en el documentado prólogo que antecede a las crónicas, de Arturo Ramoneda Salas. Y que leo después de éstas, y en cuya lectura me sucede algo parecido. Porque leo todo el libro, y me interesa todo él, pero llegado a algunos capítulos, sin haberlo leído entero, sentí ya las ganas de escribir, de escribir en ese momento, y algo decir. Y así lo hice. Lo mismo me sucede al leer su prólogo, cuando aún me queda un trecho. Lo leo, como quería hacer, después de leer los textos que componen el libro. En un jardín. Al lado de casa, en Barcelona. El libro lo leí en el campo. Los días en la ciudad son complicados, y no acabo de leer el prólogo ni escribo nada en el punto al que había llegado. Lo termino de leer la tarde que llego al campo, a casa de mi madre. Pensé en ya escribir algo, aunque me quedaran unas páginas. Porque algo me movía a decir. Voy a explicarme.

 

En el jardín llego hasta el punto en que Francisco Ayala recuerda la presencia de Corpus Barga en las reuniones en la Revista de Occidente, y cómo les traía París, era para él París. Repaso lo leído hasta ese punto, en el que quería ya algo decir, al llegar al campo, y leo lo que sigue y termino el prólogo. También esto que sigue me interesa, encuentro muchas cosas que me llaman. No sé, la aguda, muy certera caracterización que hace de José Bergamín como escritor, la referencia que nos hace pensar en el día de hoy al comentar sus crónicas que para El Sol escribe desde y sobre varias ciudades europeas. Ha participado en el banquete de homenaje a Luis Cernuda por la publicación de La realidad y el deseo, y al poco parte de nuevo para este periplo y estas crónicas. Que no puede completar, como nos indica una nota. Así se nos dice : “Hasta el mes de julio envía artículos desde París, Viena, Budapest, Bucarest y, finalmente, desde Rusia, en donde coincide con la muerte de Gorki”. Y esto lleva a esta nota : “El 27-VII-1936 El Sol anunciaba un próximo artículo de Corpus : “Escalas en el mar negro”. La guerra y la reducción de páginas en este diario impidieron su publicación”. Encuentro también el recuerdo de la vida durante la guerra por parte de su hija en el campo : “Mis padres vivían muy retraídos en Cour, durante la ocupación, escondiendo, mejor dicho, defendiendo a mi hermano del trabajo obligatorio en Alemania. Papá se daba grandes paseos con su bicicleta y su perro, su pipa también, entonces era un gran fumador de pipa. Yo correspondía con ellos a través de mi tía en Madrid. (…). Sólo puedo imaginar la vida de mis padres en esa época. La casa era muy antigua y bonita, rodeada de bosques, de vez en cuando venían soldados alemanes para que les guisaran unas patatas y no era un requisito, sino una orden, de paso registraban toda la casa y mi madre temía por su hijo y marido, había poco de comer, y en invierno hacía mucho frío por la falta de carbón”. Sí, tantas cosas. Pero alguna de las que había encontrado antes me habían ya movido a algo decir.

 

Esto nos decía Francisco Ayala, el punto en que en el jardín de al lado de mi casa de Barcelona el otro día me quedé : “Yo conocía a Corpus Barga en Madrid -recuerda este último- por aquellas fechas (primeros tiempos de El Sol) o un poco más tarde, quizá fuera el año 25 en la Revista de Occidente, adonde yo solía ir todos los días a la tertulia de Ortega y Gasset, y en una de esas visitas pasajeras que hizo desde sus corresponsalías yo le vi con una especie de aire europeo, con una personalidad muy distinguida. Era algo así como una presencia de París en Madrid en aquel momento. Después, pocos años más tarde, cuando yo terminé mis estudios fui a vivir a Alemania durante un año, y -como a él le habían trasladado allí de corresponsal del mismo periódico- fue entonces cuando nos tratamos e hicimos una gran amistad”. Y hay otro testimonio que me llama y que me importa, y es el de Ramón Gaya. Antes se nos refiere cómo Augusto Assía (cuyas crónicas yo leía en La Vanguardia) afirmaba : “Yo devoraba las (Crónicas) de París, firmadas por Corpus Barga, de quien más tarde había de hacerme muy amigo. (…) Como todas las extranjeras de El Sol, eran las de Corpus Barga crónicas brevísimas que apenas si llegaban a 500 palabras escritas en un estilo nervioso y brillante, donde la noticia y la metáfora formaban siempre unidad encantadora (…).// Ningún joven periodista español perdería la tarde que pasara ojeando en la colección de El Sol los “Reflejos de París” (de Corpus) durante la época de la Dictadura”. Algo así nos dice también Ramón Gaya, pero nos dice algo también que siento es muy personal -así es para él y para mí y veo que también para Corpus Barga. Éste es el testimonio de Ramón Gaya : “-Sí, allí lo conocí. Yo le había tenido siempre gran admiración porque mi padre, lo primero que leía cuando llegaba El Sol era la columna de Corpus Barga, que era corresponsal en París. Cada día enviaba una prosa espléndida sobre algo muy vivo, muy inmediato. Hablaba, por ejemplo, de una exposición de Braque, y al día siguiente sobre unas máquinas de escribir que habían aparecido ; sobre mil cosas, y siempre era una maravilla.// Luego, fue él el primero que me habló de Venecia de una manera especial animándome a ir y diciéndome que era uno de los rincones más hermosos del mundo. Y yo sigo en eso, a pesar de todo el tópico de pintoresquismo y la literatura que se ha hecho en torno a esa ciudad”. Traje el otro día al campo, además de las Crónicas de Corpus Barga, el tomo con la obra completa de Ramón Gaya, pues tengo la intención de leer sus cuadernos de Venecia, lo que en ella escribió. Siento lo que Venecia fue para él, porque es algo que me llega. Que siento me llega. Y siento lo que es para mí. El escribir lo refleja. En otro momento de este prólogo se nos dice que las crónicas que Corpus Barga escribió desde y de Italia son comparables a las de Josep Pla. Tengo esos textos de Pla de los años veinte, los dedicados a Italia y también los dedicados a París. Me los llevé algún verano, pero no los leí. Quizá pueda leerlos éste, como los cuadernos de Venecia de Ramón Gaya. Venecia, Italia, París. Hay algún testimonio en este prólogo por parte de Corpus Barga de lo que es París, de la comprensión de París. También de la actuación de España respecto al extranjero y los artistas que en él viven y son España allí, consideraciones agudas, actuales aún -eternas quizá en la eterna España- que hace en relación a Picasso. Es cardinal, definitoria, como he dicho, de su vida y su escritura esta vivencia de Europa, este sentimiento de Europa. Que es una acogida y una búsqueda tras una huida, tras un rechazo -de España. Es capital y un punto que hace de la vida y obra, escritura de Corpus Barga algo distinto y aparte, y que es compartido por alguna personalidad más. Que comparten esto -este punto. He nombrado a Ramón Gaya y Josep Pla, y están muy bien nombrados a este respecto. Que es el que quiero destacar y en esto los hermana y el que para hacerlo me llevaba a querer escribir ya el otro día, al llegar al sentimiento que expresaba Francisco Ayala de cómo Corpus Barga les traía París. Iba con él. Era ya París. Son personas y personalidades distintas, pero que esto comparten, y esto les hace tener algo en común -y es algo que hace que yo piense que son especialmente valiosos (y más en España, si se me permite decirlo). Personas -ya personalidades, esto ayuda también a que esto sean- abiertas a Europa, a sentirla y dejarse penetrar por ella. Y que saben decirla. Saben y pueden decirla. Porque la viven, la sienten, la observan, se preguntan por ella, la comentan. Quiero destacar este carácter, sí, este puente y nexo de unión con Europa, el instrumento que para traérnosla estas personas y personalidades son y que las hace insólitas, y pueden además así hacerlo porque en su país ellos son insólitos. Corpus Barga da un testimonio de ello, como he dicho, y está en este documentado prólogo. Corpus Barga se explica de esta manera, y son las razones de un alejamiento de su país y también las de su interés y comprensión, su sensibilidad, receptividad y entendimiento de otros países de Europa -razones que hacen éste posible- : “Soy como tantos otros españoles, intelectuales y obreros, desperdigados por Europa y América, un inadaptado a la vida española no porque lleve viviendo muchos años fuera, sino que estoy fuera desde mi juventud por haber disentido radicalmente de la vida en España. Y no únicamente del régimen político. De la vida, es decir, de la sociedad en todas sus manifestaciones. De su imaginación o literatura como de su realidad política ; de la vida familiar como de la social, y sobre todo de la vida más íntima, más falsamente íntima y espiritual. (Esos intolerables místicos que siguen oliendo en los mejores solitarios españoles -porque no acaban de ser estudiados, disecados-)”. De esta soledad, de este apartamiento, íntimo y definitivo, de esta necesidad de huida la necesidad y el saber también hacer de Europa su casa, y contárnosla y traérnosla a nosotros, que quede tal como la vivieron y así era y fue para ellos y todos en los artículos o crónicas o diarios que escribieron, y sea también más nuestra : sea también más nuestra casa, más así lo sintamos, como el candil de la pasión por Venecia supo transmitirle Corpus Barga a Ramón Gaya, y para ambos ser ésta algo personal y distinto, único. La vida trae personas que comprenden y sienten las cosas, y saben contarlas, que hacen que todo tópico o conocimiento extendido quede pobre o abolido, inútil, y se sienta que puede otra vez empezarse a vivir. Así con Venecia, con París. Con Italia. Con Europa. Y ahora sólo digo : Danos la paz.

 

Sant Jordi Desvalls, 3 de junio de 2022

 

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