Bajé de la tarima para preguntarle a mi mamá cómo podríamos quitarnos la pintura de labios, con la que nos pintamos alrededor de la boca para agrandarla, así como los toques de negro y el empanizado blanco, porque nos ardían nuestras caras de payasos.
— -Vamos a pedir agua y jabón ---ofreció doña Atalita.
Buscamos en muchas casas y no encontramos nada. Probamos con la crema Nivea que llevábamos y sólo se removió algo.
Al ratito regresó todo espantado.
— -¿Qué te pasó Tiri ---le preguntó, al ver su preocupación.
— -¡Es que nos dejaron ! ¡Hemos sido abandonados !
— -Ya, Tiripitío, ¡no sigas ! ---espeté, ya con cierta preocupación.
— -¿Cómo está eso ? ---la voz de don Nef denotó inquietud---¿Por qué nos abandonaron.
— -Al parecer ---dijo Tiri--- según mi amigo que se quedó, porque es de aquí, oyó que tenían miedo que les agarrara la noche en la cañada de los espantos.
— -Voy a ver si consigo una montura y quien nos guíe ---explicó don Nef---. Ya es tarde.
Regresó al rato, con los dos caballos y un burro.
— -¿Y eso ? ---quiso saber mi mamá.
— -Pues que tu mamá y yo montaremos los caballos que traje y ustedes. Tiripitío y tú irán en el burro. Me dijeron que es tranquilo.
— -¿Y el guía ?
— -No lo vas a creer, Atalita, nadie quiere viajar de noche por la cañada de los espantos y querer rodearla sería muy larga la vuelta
— -Pues vámonos antes de que oscurezca.
— -¿No te da miedo, Atalita ?
— -Bueno, tengo miedo, pero tenemos que irnos. Recojan sus chivas. ---vio mi gesto---. Ni modo, hijo. Vas a sufrir un poco más el ardor.
El astro rey todavía no se ocultaba cuando salimos de Nurío hacia Paracho. Tiripitío y yo intentamos subirnos al burro, pero o no sabíamos cómo hacerlo o éramos demasiado grandes para tan poco espacio y entre que te subes o me subo, nos alcanzó la noche, máxime desde el momento en que se detuvo y no pudimos hacerlo andar con alguien sobre su lomo.
A ratos uno lo jalaba y otro empujaba y viceversa. Milagrosamente podíamos avanzar. Usamos buenas y malas palabras. Volumen alto y bajo, Luego lo intentamos con el chicote, después jalado.
¿Cómo van, muchachos ? --- se hizo notoria la preocupación de don Nef en su voz.
— -Aquí batallando con este bicho que te prestaron. Ahora sí se nos hace más difícil la cosa, porque la pila de mi foco ya está comenzando a patalear.
— -Y a propósito de dificultades, gracias a Dios nuestros focos funcionan muy bien. Ven por uno. ¡Ah !, ¿quieres saber dónde andamos, verdad ? Al parecer, si esta no es la cañada, no tengo idea de dónde nos encontramos. No tengo idea, nada de nada.
Me dirigí hacia ellos y tomé el foco.
— -Haciendo memoria---cerré los ojos para concentrarme y me ganó la risa.
— -¿De qué te ríes en este momento tan difícil, hijo ?
Le conté lo de que pensé en cerrar los ojos para concentrarme estando todo obscuro, y también él se rió.
— -Pero lo más bonito es que se me prendió el foco, sí, como pintan en las historietas cuando a alguien se le ocurre una gran idea. ¿Te acuerdas de que no hace mucho me hablaste de las querencias ?
— -¿Qué con eso ?
— -Si mal no recuerdo, me contaste que los caballos, por el cariño que tienen a sus amos o a su lugar de origen, es su querencia la que los impelen a regresar, luego de que uno los aleje de su terruño.
— -Si soltamos a los caballos no los vamos a alcanzar nunca.
— -Sólo vamos a soltarles la rienda, a frenarlos un poquito para que ustedes, puedan seguirnos el paso. Si no funcionara al menos tendríamos la satisfacción de haberlo intentado. Y lo hicimos y si funcionó la querencia, lo cual nos hizo casi correr tras ellos, jalando al burro que luego como que le gustó el trote y el Tiripitío y yo íbamos con la lengua de fuera, detalle que no duró mucho porque divisamos las luces de Paracho.
En el parque nos encontramos con un contingente que ya iba a buscarnos.
— -Qué bueno que llegaron ,---dijo Cerecedo, el Director---. Tengo una curiosidad, Oledo (así le decían a mi padre adoptivo, usando su segundo apellido)---. ¿Cómo pudieron llegar ustedes en esa obscuridad, si como dices, salieron de Nurío tarde, y pasaron por la cañada de los espantos ? No me lo explico.
— -Gracias a Dios que se nos ocurrió probar las querencias y funcionó.