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Atenciones (con Jorge Guillén)
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 Article publié le 18 décembre 2022.

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Mi madre me dice que está atenta. Atenta a las cosas y a los seres, a la naturaleza. A la luna, el mar, los árboles, las plantas. La luz, las nubes. Más que decirme que está atenta me dice quizá que pone atención, que tiene atención hacia las cosas, a lo que ve. Me habla también de cómo se fija y vigila y disfruta de las flores rosas que en nuestras plantas moradas se abren por la mañana -y se cierran por la tarde. Mi madre me dice esto, y sé que es un decir que es una verdad y una real práctica. He estado unos días revisando y volviendo a leer la versión ya revisada de las pruebas del libro que sale en otoño, y he visto en los poemas aquí escritos, en el mar, en S’Agaró, la presencia de este mar y de la luna, de los árboles, el jardín, todo lo que me dice mi madre a lo que dedica atención y mis poemas dicen que también así yo lo hago. También -lo veo-son prueba de ello los que escribo estos días. Mi madre me dice esto más o menos hace una semana, y el lunes pasado -hoy es domingo- envío ya la lista de correcciones a hacer tras mi revisión y pienso en qué puedo leer. Tengo el primer volumen de las Novelle de Verga. Había empezado su segundo libro (pero está el inicio que es la herida fulgurante de Nedda), Vita di campo. Había leído la primera novela, “Fantasticheria”, y llevaba mediada la segunda, “Jeli il pastore”. Pienso que puedo releer estas dos novelle si retomo la lectura de este libro. Al revisar mi nuevo libro, he comprobado en el original italiano fragmentos que transcribo de La lente scura de Anna Maria Ortese, he vuelto a ver que me queda medio libro por leer y me han entrado ganas de viajar con ella en los textos de este libro. Había empezado el volumen Homenaje de Guillén. Y al fin me decido por los poemas. Había leído una sección titulada “Atenciones”, que quiero volver a leer, sobre todo, entre otras cosas, por lo que me ha gustado el poema que dedica a Juan Ruiz, y lo revelador y significativo que me ha parecido algo que en él dice. Pero al abrir la sección leo estos versos : “La atención multiplica sus miradas/ Curiosas, favorables, amistosas,/ Ya atenciones : obsequios a las cosas/ Y gentes, con más luz más realizadas”. Me hace pensar en la atención que me dice mi madre dirige a las cosas, con la que ve, y que es una disposición de ánimo, y gracias a la que se dotan de vida y de sentido, como así están también en mis poemas, hijos también de la atención, y así están en los de Guillén, poemas que en esta sección llama ya “Atenciones” y en los que también nos dice y significa lo que esta atención es -vida, luz, amor. El primer poema, sí, dedicado a Juan Ruiz, todo él espléndido. Me llama especialmente su estrofa final, que señalé en una ya lejana lectura y mi colpisce de nuevo ahora : “Todo el libro conduce sin cesar hacia un hombre./ Juan Ruiz es algo más que el hueco de ese nombre./ ¡Tan persona se afirma ! No me consolaré/ De nunca haber tomado con aquel Ruiz café”. “Un café nunca está lejos” es el verso de Juan Larrea que pone como epígrafe a uno de sus poemas Guillén, y con el que yo di título a una intervención sobre Europa y sus escritores en París. Tomar café con alguien, de verdad compartir la vida con él en un rato de calidez, de amistad, de mutua comprensión. Así se siente al hombre tras el nombre, a la persona que hay en los poemas. “Mi poesía, mi persona”, he escrito yo en un poema, y así vemos lo siente Jorge Guillén de Juan Ruiz y la suya -su poesía. Y de ahí el no poder consolarse de nunca haber tomado con él café. Pero este trato íntimo y de amistad, de confianza honda, nos lo dan también sus poemas, los poemas -medida de su persona, la persona misma-, y los poemas son el café que podemos tomar con él. Podría yo así decirlo de Jorge Guillén y sus poemas. Voy a su encuentro, los releo en busca de su persona en ellos, un poco como si fuera a tomar un café con él -y la intimidad y confianza que con esta expresión queremos decir, decimos. A Jorge Guillén se le ve en sus poemas. Está en sus poemas. También su poesía, su persona. Poemas a Fray Luis de León, Lope de Vega, Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez. Espléndidos poemas. Recuerdo que empleé este poema que aquí está de Rubén Darío, y otro que le dedica, en las conferencias que sobre él y la Generación del 27 di en Nicaragua, y que se publicó en el Repertorio dariano de su Academia. Una iluminadora glosa de una afirmación esencial de “Más allá”. “Sed de viajero” se titula un poema, e invita a viajar, y veo que puedo también viajar en y con estos poemas de Guillén. Dice algo precioso y que es muy verdad de la belleza en el poema “Casi demasiado”, y que yo sentí y recordé con expresión de su compañero de generación Juan Gil-Albert ante nuestra primera vez en Venecia -la de Gil-Albert y la mía, unidas en este punto, en este sentir-. Aquí el poema “Casi demasiado” : “La nieve en el Vesubio, el sol sobre las aguas/ Del mar, reverberante ya de tórrido agosto,/ Naciente primavera por soleado muro,/ En la esquina de sombra ventarrón invernal./ ¿La gran belleza, Nápoles, puede ser excesiva ?”. Esta gran verdad de la belleza la dice aquí de Nápoles. Pero el siguiente poema se dedica a Venecia. En “Habitación de viajero”, Italia : “Tu dalia/ De noviembre en mi mesa/ Da al día,/ Más claro, tu alegría./ Italia/ Alrededor se expresa/ Más luminosamente : a un resplandor se alía/ Para mí personal. En mi alma está impresa/ Con tu gesto esa luz, y ya mi vida es mía”. He leído en otros poemas dicha de manera sintética y genial su amor y pasión por Francia e Italia, de una manera que siento muy cerca. “Carta urgente”, “Navidad en Piazza Navona”. El final de este apartado II, el poema “Fuegos artificiales en Venecia”. Recuerdo que yo estuve en esa fiesta de la ciudad única. En la sección III, “Natural o divino” : “Pleamar. La marea se retira./ El amor se retira, ya resuelto./ Se retira la causa de las cosas”. La luz y el amor como razón de las cosas, lo que les da sentido, que he leído y leeré en otros poemas. Poemas a sus compañeros de Generación. En el de Pedro Salinas está la mención y recuerdo de la biblioteca de Coimbra que una vez recordé en un poema dedicado a Portugal. En el de Manuel Altolaguirre nos dice su temblor y su misterio, la verdad de acento único -así lo dijo Cernuda- de su poesía : “Poeta sólo poeta./ Arde en un alma la gracia/ Que alumbra y no se interpreta”. Leo estos poemas y siento en ellos esta atención por las personas y las cosas, que mi madre y yo también tenemos, y que en el caso de Guillén vemos en sus poemas, y espero pueda verse también en los míos. Y con los poemas de uno y otro podemos tomar café. He releído esta sección del volumen Homenaje de Aire Nuestro, pero en algún momento he hojeado sus páginas. Me he encontrado en los espléndidos poemas finales. Leo primero el último “Obra completa”, y después el penúltimo, “El balance”. La poesía de Guillén es vida realizada, y que se ha podido realizar entre otras cosas -porque también la inspiración, el don, y la fidelidad a él- por la atención. Leo estos días más poemas de Homenaje. Llego ayer a un poema que recuerdo comenté, “Mal vivir”. Pero al releer el otro día esta sección, “Atenciones”, pensé que podría de algún modo acompañarla con unas palabras, y así ahora lo hago. Lo que sentía y pensaba y deseaba decir ha ido saliendo, es natural, en los poemas de estos días. Que son también Atenciones, como los ha dicho Guillén. Pero me agrada repasar otra vez poemas de esta sección así titulada, “Atenciones”, y de algún modo acompañarla. Leer a un poeta cuya poesía es su persona te hace lamentar no haber podido tomar café con él. Pero tienes sus poemas. Cada poema en que más está él, en él se encarna. Un poema, como un café, nunca está lejos. (Algo hay -algo que es principio y luz en las cosas, principio de amor y vida que empieza- en estas “Atenciones”, con las que se hacen y necesitan, me parece que dice muy bien un poema al que llego después, otro día, “Floración”. Aquí unos versos que me hacen esto sentir : “Todo el pasado late en el presente,/ Y el presente no estalla : brota, brota/ Con tensión de verdor muy trabajado/ Por la más implacable primavera,/ Y dulce, sin capricho,/ Mientras el sol realza algunas hojas/ Que una brisa le ofrece”).

 

P. S. Escribo estas palabras y retomo la lectura de Homenaje en donde estaba. He encontrado, tras la sección “Anotaciones” que quería acompañar, otros, algunos poemas que condecían con lo que de ellas quería decir, y he señalado alguno. Pero había más. Pero ahora llega el poema “Joven” y en lo que dice del amor y la alegría hacia las cosas, que hace que uno aún joven sea, y quiero ponerlo aquí como posdata, como un ejemplo de la atención, de las “Atenciones” que con Jorge Guillén podemos sentir. El poema “Joven” dice así : “Ya no soy joven, pero joven vivo/ Con la tensión viril de mi deseo,/ Con el impulso que conduce siempre/ Fe, salud, alegría hacia las cosas,/ Hacia quien necesito en absoluto/ Amor”. Llega, después, el final poema de esta sección, el poema titulado “A la recíproca”. Me hace sentir y esperar, en lo que dice, y me parece por ello un estupendo y esperanzador final, que también nosotros, y quizá en nuestro canto, a través de los poemas que la atención nos ha hecho escribir, podemos ser también objeto para el mundo, objeto de atención, que necesita luz y amor y con ellos se hace. Aquí, por ello, con este sentir en el ánimo desde él trasladado, el poema “A la recíproca” : “Heme aquí. Desperté. Me ciñe el mundo/ Con el sosiego amable que le impongo,/ Sosiego tan infuso en la materia/ Que impersonal irradia y se me impone./ Es grato ser objeto para el mundo”.

 

 

S’Agaró, 9 de septiembre de 2022

 

 

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