Escenario.
Una calleja en un barrio de la ciudad de México. Un hombre, visiblemente consternado, está sentado. Hay varios árboles, alrededor suyo.
Al abrirse el telón habla.
Hombre. Estoy dialogando conmigo mismo. Desde que Toña se fue, mis días ya no son si no apenas sombras de la vida que debería tener.
La conocí en una fonda a la que regularmente acudía a comer , ya que no tengo pareja alguna y soy muy muy tímido, como para procurarme una. Ella era muy hermosa, esbelta, de sonrisa muy cálida y labios perfectos.
Todos en ese lugar la conocían.
Cuando ella llegaba, todos guardaban silencio.
Era como una visión de Venus, tal era su belleza.
(Un enorme can se desprende de las sombras y se acerca, y se frota en la pierna del hombre)
Mi único amigo es este perro. Después que ella desapareció, todos creyeron que yo le había hecho algo. Pero nada más lejos de la verdad . Ella se escondía de un violento ex novio que la asediaba. Yo, en ese momento, era detective de la policía…
(Continuará)