Venimos a la playa de Laredo, Cantabria, playa que en Burgos llaman "Playa de los Burgaleses", un par de amigos con nuestras mujeres, con una amiga soltera y solitaria casada con Dios.
Nada más dejar las toallas sobre la arena, y los bártulos junto con la nevera de viandas, las mujeres sentadas en sendas tumbonas, mi amigo exclama.
- Despiojémonos cada uno a tablado de agua.
Vamos hacia la mar no sin antes dar un paseo por su orilla cruzandoun gran tablado de arena muy parecido al de la playa de la Lanzada, en Galicia, entre el municipio de O’Grove y el de Sanxenxo. Al menos, eso a mí me parece.
Unos pasos dados, antes de alejarnos de ellas, me he vuelto a mirarlas, ya tumbadas y estiradas en sus tumbonas, y le he dicho a mi amigo :
- Mira, vuélvete, parecen lonjas de tocino.
A poco de movernos del sitio, para ir al agua, hemos escuchado a una de las mujeres que decía :
- Hablando y andando, marido a la ahogada ; comenzando larga plática entre ellas, dando a entender que deseaban verse libres de sujeción y estorbo que son los maridos, y más estando jodiendo como jodemos.
Riendo, dice mi amigo :
- Ves, están abriendo el pescado para salarlo, y que le dé el sol.
La espuma de la orilla del mar lame nuestros dedos de los pies y su planta hasta los tobillos, viendo a unos jóvenes que, a esta hora de la mañana, sacan sus bocadillos envueltos en papel de periódico, escuchando, antes de desenvolverles, a uno :
- Este huele a queso ; y, a otro :
- Este a chorizo ; y, a otra :
- Este es de tortilla de patata, que no está bien frita. Ved el papel lleno de manchas de aceite.
A la playa venimos sin prensa y sin libros. A mí me pasa como a mi amigo, que no leo novelas ni libros, pues pensamos que esta afición, como la de ir a la escuela o universidad, nos hace más borricos, además de que leer, sobre todo la prensa, da ascos.
El leer les ha hecho a nuestras mujeres, que sí se traen la revista rosa de turno, avivarse y aventarse para que cueza el puchero pues, con esta propaganda revistera o televisiva, pretenden que las demos más y más, que aún nos las tenemos bien sazonadas ni satisfechas, como sí lo están las que salen en portadas, según dicen ellas.
Nuestra amiga, la casada con Dios, es la única que se ha traído un libro, muy propio de estos tiempos que corren de falsa democracia, que amanecen de nuevo muy a nuestro pesar : es el Cantoral Litúrgico Nacional del Secretariado Nacional de Liturgia, 1983. ¡Madre Mía¡
- Al agua, patos, exclamó mi amigo.
Y nos tiramos al mar, violentándonos la panza.