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Cara al viento como un león - Imaginante editorial (extracto)
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 Article publié le 29 novembre 2020.

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─Voy apagando lumbres mientras recorro este ignoto pasillo de despojos al que he sometido el sueño de lo que sueño que he soñado y soñaré, como porción ingrávida e inmaterial cuando mi cuerpo se aleje de su YO previsible y, entonces, un YO inopinado e inespecífico encuentre la Veladura del Tiempo en los rincones de lo inexplorado : visiones de duermevela, ambiguas regiones de mis pesadillas, tristezas de ensueño, euforias de alucinación con los ojos inexpresivos y yertos. 

─No voy solo, Elbiamor, voy con todos mis posibles (al menos con todos los que estaban dispuestos a acompañarme) navegantes supra e infranautas de Oniros y la Psiquis. También con los hombres que he intentado ser y con los que he sido sin que mediara intención ni respiro. Me voy con amores plenos y en ostracismo, desamores de olvido y beligerancia ; con polvorientos atardeceres de tropilla mansa sobre los campos de Maipú rumbo a los corrales y con un grupo de amigos ebrios que han dejado sus almas mozas, sus lascivias de cinematógrafo y sus ironías zumbonas. Otros que de puro recuerdo me acompañan dentro de botellas sin utopías o en damajuanas de oprobioso llanto, cargadas de mosto sanjuanino, orujo riojano y alcoholes fermentados en alambiques íntimos, entre vapores de desventura y estremecimientos de guerrero solitario.

 ─Voy con los ornamentos dignos de un combatiente clásico (atributo cuasi heroico en la ceremonia cotidiana de afrontar el día sin decir muchas macanas), rodeado de mis convicciones humanas, mis criaturas literarias y mis embelecos poéticos. Voy componiendo un simulacro contingente y desprevenido por las calles de Buenos Aires (« la del río que lleva nombre de metal ») porque me pergeño una sorpresa en cada barrio y me arremolino sin ubicuidad entre caricias familiares y amigos que rara vez llegaron a tiempo, cuando llegaban si llegaron.

─Por eso, Elbiamor, para este nuevo recorrido he de construir una embarcación de atributos tan impropios como navegables, siguiendo las instrucciones vitales y precisas que las manos de mi padre hubieran trazado : desde las cuadernas a las velas, desde el trinquete hasta el mascarón de proa ; tan ligera como espaciosa y tan irreal como deseada, que atraviese la carnadura de las tormentas interiores, que revele el pulso del deseo y el latido de la saciedad, que navegue aun sobre los naufragios. Que arribe siempre sin destino de puertos ni lugar exacto, sin guía de faros ni descanso de orillas o muelles sanadores ; amarrando en santidad y holgorios venturosos a tanto trajín militante y pertinaz, arribando al fin a estuarios de otras infinitas posibilidades navegables.

─No estoy desdeñoso, Elbiamor, apenas intento viajar sin rumbo y sin bandera por los toboganes rústicos del alma y el mar oscuro con sus negras lunas sobre mis espaldas, llevando bien abiertos los ojos, como lámparas de ultramar o enormes cíclopes con el monstruoso párpado cortado. Quiero deslizarme en esponjosas nubes de arroz atravesando parras enjundiosas de uvas fragantes, descansar sobre rizomas chorreantes de jugosa pasta alimenticia ; emborrascado en tormentas de espinudos rosales que me tienten al tormento de sus púas, mientras muerdo sus capullos cerrados y caigo herido en la trampa de la Psiquis o en la metamorfosis del Asno de oro de Apuleyo.

─No he sucumbido al delirio, Elbiamor, el delirio es lo que sucumbe frente a un hombre tendido como cualquier hombre tendido que va a morir. Solo quiero juntar los distintos planos del sueño (de mis sueños), tejerlos en sus cuatro nervaduras astrales y en sus doce tentáculos terrestres. Crear erráticas metáforas en la parte sensible y profunda de los seres humanos ; quiero huir por un momento de las maquinaciones de los dioses y de las artes cuando lo que Natura non da Salamanca non presta. Ya no quiero lidiar con las corrientes de aire ni con el momento de la cena o con la rutina de los fármacos y los vanos estropicios del entendimiento. Quiero alejarme de los estantes donde los libros adoptan un orden propio y deambulan independientes de toda propiedad subalterna o precepto de nomenclador y abecedario. 

Aunque más no sea por un momento, Elbiamor (que pueden ser horas o días si uno logra concatenar las evidencias de Morfeo), quiero romper las reglas del peregrino elegido y vagar al garete del cuadrante terrestre, ajetreado por los vientos y las olas, abstraído de toda misión y trascendencia ; insomne por los caminos olvidados de Dios y las tentaciones del Otro, bendecido sin decoro ni maestría hasta caer como un árbol desarraigado o una sentencia de párpados.

─Quizá, Elbiamor, sean migajas de imaginación e insensiblemente esté buscando un cómplice para esas imprevisibles muecas ulteriores del alma ; quizá por eso busco en las estancias del sueño una metáfora estridente que junte los pedazos del silencio, una metáfora fulminante que agreda los tímpanos de los que han dejado de escuchar las sirenas de Ulises y que de todos modos mueren atraídos por ellas como náufragos sin barco ni tormenta. 

─Quizá, Elbiamor (solo quizá), busque defenderme de las sombras que baten sus alas de luz a mis espaldas. Sombras de Eurídice amenazada de sombras, sombras de la soledad de Orfeo, sombras de un farol en una esquina ignota quebrando al contraluz una despedida o un abrazo de sombras.

─Intento llegar a la frontera de lo imposible, asomarme por el umbral del universo a los temblores metafísicos de mi baldío interior, donde los que mueren tienen su lugar para calmar el desasosiego de interrogarnos sobre el lugar del mientras tanto.

─Seguramente nada trascendente, en todo caso y sin veleidades ni rescompensas, busco desentrañar este Bodrio Universal como un filósofo en chancletas, que después de tantas cavilaciones y acertijos pueda sostener que no sabemos un corno y aún menos qué pito tocamos. 

─Es más, Elbiamor, diría (y algo de todo esto ya he dicho antes en el Adán Buenosayres) que todo este circunloquio es para abandonar mi costado sublime y abandonarme a mi Existencia por el Absurdo hasta abandonarme tan « solemne como pedo de inglés ». 

www.danielbarroso.com.ar.

 

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