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Toda una historia de ovnis
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 Article publié le 5 décembre 2021.

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Chanita viajó a los tres años de edad, de Progreso, Yucatán, su tierra natal, a inicios de enero de 1947, en compañía de sus papás, la abuelita Chanita, tía Dinita, la hermana de su mamá y su hermanito Samuel, al poblado de Felipe Carrillo Puerto, ubicado en la zona chiclera, en el centro de la zona maya de Quintana Roo, a donde don Isaías, su padre, iba a fungir como Contador de la Federación de Cooperativas del Chicle. Ese viaje fue para la mayoría de ellos, su primer vuelo en avión.
Ambientarse en ese bello lugar no representó para ella ningún problema, pues dada la dulzura de su carácter muy pronto se hizo de amigos, tanto de niñas, como de niños que se concentraban en el parque que por cierto estaba frente a su casa. Era un paraíso lleno de árboles, la mayoría frutales, con facilidad para treparse en ellos para bajar fruta. Para la chiquillería era su lugar de juego favorito, en donde podían comer casi todo tipo de dulces y apetecibles frutas.
Ella ya era famosa en el pueblo por sus fantasías que armaba en todos lados al platicar de por ejemplo, con los animales, hecho que no creían que fuera cierto, más nunca se atrevían a comprobarlo, y ella siempre sonriente y amable con todos, se pasaba buen tiempo contando historias, de todo y por todo. Y por ello la consideraban fantasiosa. En el templo los hermanos se quejaban de ella.

— -Hermana Josefita, controle a su hija Chanita, pues se pone a bailar cuando escucha los cantos y nos hace perder la reverencia.
Sin embargo la niña no sentía que hubiera ninguna razón que le prohibiera bailar con la música de Dios.
En casa su mamá la reprendía, y ella la ignoraba y escapaba yéndose al patio donde estaba una escalera de madera, apoyada en la pared.

— -Chamaca terrible vas a ver la chicotiza que te voy a dar.
Subía por la escalera hasta el techo y cuando veía a su madre subir tras ella, una vez que su linda mamá estaba arriba, corría hasta el poste por el cual tras agarrarse ágilmente de él, se deslizaba bajando sin ningún problema al piso, y corría dando la vuelta para entrar a la casa y llegar al patio para hacer a un lado la escalera.

— -Te voy a dejar …---gritaba doña Chepita muy enojada---. Ya verás lo que te espera mocosa.
Chanita, viendo la magnitud del resultado al no aceptar la reprimenda, conociendo como actuaba su madre enfurecida, optaba por acudir a su mejor protección, tomaba vuelo para cruzar el parque en gran carrera para entrar corriendo a la oficina de la Federación de Cooperativas, en donde terminaba escondida bajo el escritorio de don Isaías, su padre, quien al verla entrar, se preparaba para recibirla entre sus piernas para evitar que se lastimara con el mueble.
Esperaba buen rato y luego ella de viva voz, le contaba el motivo de la escapada.

— -Ya no te preocupes Chanita. Yo voy a hablar con tu mamá y terminando su turno, la llevaba de la mano a la casa.
Este tipo de escenario se daba cada vez que la chamaca era amenazada con recibir castigo, detalle que pasaba a menudo porque también se escapaba de la escuela.

— -¿Por qué te escapas de la escuela, Chanita ?---preguntó don Isaías.

— -Mira papi, a mí siempre me regañan porque mis compañeras están chismeando.

— -¿Y tú qué haces mientras hablan ?

— -Las escucho. Pero, el Maestro Rubén Gamboa, hoy, justamente cuando estaban mis compañeras en lo mejor de la plática, él me dijo muy serio :"Chanita, vamos a ver tu nivel de atención : ¿Qué estaba yo explicando ?". Con lujo de detalles se lo dije.

— -¿Te felicitó ?

— -Qué va, ojalá hubiera sido eso. Me dio la gran regañada.

— ¿Te dijo la razón ?

— -Que porque yo comadreaba con ellas y yo las encausaba para armar su plática o algo así.
Don Isaías soltó la carcajada al entender el propósito del maestro.
En ese tenor se desenvolvía la vida de Chanita y el año escolar en la escuela primaria lo cursaban de nueve a doce y de tres a cinco. En ese intermedio siguiendo el horario del almuerzo al mediodía, se iba a jugar con sus amigos.
Aquella tarde después de saciar su apetito se dirigieron al ranchito de Clemen Galván, ubicado del otro lado de la carretera a Chetumal, y comenzaron a jugar pesca pesca y como eran cinco, el ambiente transcurría muy agradablemente
De pronto todos vieron al cielo tras escuchar el grito de Hilaria, la nieta del General May.

— -¡Miren allá arriba ese enorme plato que viene volando hacia acá ! ---señaló el cielo.
El objeto de unos cuarenta metros de diámetro, pasó arriba de ellos, no muy alto.

— - Se está bamboleando, como que va a caer ---gritó Chanita ---Está descendiendo y va por el rumbo del campo de aviación.
Dejaron de verlo cuando el follaje les obstaculizó la vista.
Al poco tiempo escucharon un gran estruendo proveniente de esa zona.
Azorados se vieron a los ojos y la mayoría gritó al unísono un

— -¡Vamos !
Y emprendieron la carrera en la espesura hacia donde calculaban se originó el estrepitoso ruido.
Llegaron a un claro y pudieron ver en donde estaba el tremendo disco, enterrado en el hoyo que se hizo al caer, quedando inclinado echando humo.
A su alrededor se encontraban unos hombrecitos con ropa plateada, tratando de arreglar o mover algo.
El miedo a que explotara dado el humo que echaba, optaron por replegarse y se dedicaron a observar el plato cuya coloración daba idea de ser plateado o de aluminio.

— -Vamos a la escuela ya van a dar las tres --- soltó Clemen---. No quiero que me castiguen por llegar tarde.

— -Mejor regresamos luego de la salida de clases-propuso sabiamente Hilaria.

— -Me parece muy buena idea ---dijo Sebastián--- después de las cinco no tenemos que nos apure.
Las dos horas de clases transcurrieron lentamente porque a cual más quería estar en el lugar del forzoso aterrizaje. Dando las cinco, todos corrieron a dejar sus bártulos en casa y se dirigieron al siniestrado lugar donde sólo quedaron las marcas en el gran agujero.

— -¿Habrán podido desenterrar la nave y luego se fueron ?--- cuestionó Chanita.

— -Es una buena pregunta ---exclamó Hilaria.

— -No creo que podamos saber algo más de esto---exclamó Sebastián.

— -A Dios gracias nadie de nosotros sufrió nada ---comentó Clemen.

— -Vámonos a casa ---fue la propuesta de Sebastián y todos asintieron sin chistar.
Al otro día en el recreo se reunieron los cinco y al hablar del tema se enteraron por el intercambio de información, que sí sufrieron castigos, dos que porque pudieron haber sido víctimas de los hombrecitos. Los otros tres, entre ellos Chanita, por andar inventando mentiras y por ser fantasiosos.

 

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