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Article publié le 31 octobre 2008. oOo Embriaguez del desierto a Nicholas Lemons poema de Oscar Portela Carne desocultada y amanecida siempre. Carne refugio del áspid y la alucema. Carne donde despierta el sol y se posan Las sombras sobre el día anterior al día En que el desierto vio por vez primera Sin nostalgia ninguna rodar sobre el cilicio La negra sombra del insecto primero. Carne portadora de la carta robada. Carne sin destinatario ni remitos del cielo. Carne sin húmeros ni nombres. Solo cilicio dorado sobre la ardida piel y El escozor del sol, “la sed”, “la sed”, que se Exalta en la primér pulsión que conduce Hacia el dátil y el oasis tan solitario como Esta carne sin nombre y sin origen, aún sin Cuerpo y órganos donde posar mirada, buscar Refugio, ser colonia portadora de territorios Que pidan ser colonizados por los gérmenes Portadores de vida - el rayo- los elementos todos Que ahora vienen hacia el dominio de la nada Y hacen aquí su labrantío. ¡Oh carne, tierra sin nombre, desierto sin posada ! Inocencia de lo que no tiene antes ni después Y eternamente se repite en la palabra Que tú pones en mí, siembras en mí, oh principio Generador de vida, belleza y fuerza, Sin otra esfera rotatoria que hacerme tuyo Y como el sol antes del sol y hacernos mutuamente Desde un principio sin principio Destinados al goce y la locura, Destrozándonos en la afirmación De la eterna metamorfosis de lo mismo. Mis cenizas serán el alimento de los cuerpos Que nuevas carnes roten y vida y muerte Serán las aleteias del instante perfecto Sin nostalgias de purezas profanas. Tu piel cubierta de cilicio y de oro, tu misma Piel dorada es la del dios que muere y solo indica El camino de la vuelta a la gracia de la inocencia Del devenir que fluye como fluyo desde tus brazos Hacia el cenit de destilada sangre. Y olvidado de todo en la anamnesis De saberme escandido hago de toda carne Hoja donde grabar los éxtasis de un Eterno Retorno pues que soy el trabajo de tus días Nícholas Lemons alabanza de lo que no Será perdido y dios humanizado por las gracias Que presiden los ciclos y gestaciones todas Del juego del azar que recomienza Cuando tú me devuelves el Ápeirón que estalla En el cincel de oro que buriló tu cuerpo Para hacer de mi carne un Jardín de Delicias, Y ver crecer un niño solar del torso en el cual Duerme ciego al horror de todo La inocencia del mundo que tú llevas contigo. Oscar Portela Corrientes- Argentina |
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