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Francisco AZUELA ...plus qu'un maudisant...
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 Article publié le 14 juin 2005.

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El Maldicionero es el libro que impide otros libros y obliga a profundizar, a ampliar. ¿Es esta la vida que el joven Azuela proyectaba en su futuro ?

Cuando sentí como un viento cruzado que me llegaba de los cuatro puntos cardinales un lenguaje en movimiento muy veloz, cargado de imágenes y de rostros, de heridas y de himnos antiguos, sabía que tenía la necesidad y la obligación de poner mucha atención y de estudiar lo que estaba escribiendo, entonces El Maldicionero se me presentó enorme, como los árboles milenarios y empecé a escribirlo a veces en verso y a veces en prosa, finalmente me decidí por la prosa poética porque por descubrí que el verso no me alcanzaba para tocar la orilla de las últimas palabras, de los últimos sentidos, del universo de imágenes y de conceptos. Ahí empezó la evolución de las hojas y de las ramas de ese gran árbol. El Maldicionero más que ser un maldecidor es un personaje que va recogiendo todo lo roto y lo llorado, lo amargo y lo infierno, la viudez de la gente, del polvo, el dolor del otro, el dolor de la América desolada, de la América doliente. Entonces se trabaron los cursos del poema general o del puñado de poemas y vinieron tres libros sobre el tema : El Tren de Fuego, La Parole Ardente (edición bilingüe francesa) y Son las Cien de la Tarde, (Constelación boreal) que dice en su primera página : El Maldicionero tiene dos descendientes : El Tren de Fuego y La Parole Ardente, nacidos de su entraña como la luz del navío en la aurora. Su nueva versión : Son las Cien de la Tarde. Para mí ha sido un gran aprendizaje la evolución de este lenguaje, a veces repetitivo en la búsqueda de la palabra perdida.

 

Eres mexicano. Vives en Bolivia, en la Paz, cerca de Perú. El Lago Titicaca parece ser el vortex de las civilisaciones que aun intentan sobrevivir en estas tierras de alturas, de nubes, de mitos, de dioses. No hay tierra tan afectada por las mitologias y los usos.

Bolivia y Perú comparten el lago de agua dulce más alto del mundo con sus 36 islas, el Lago Sagrado Titikaka rodeado por las altas cumbres de la Cordillera Real, al este, y las de la Cordillera Occidental peruana, al oeste. Las islas del lado boliviano más famosas son la del Sol y la de la Luna.

En esta zona del Altiplano donde se encuentra el Lago, está la ciudad preincaica de la civilización tiwanankota. La leyenda cuenta que la primera Tiwanaku fue fundada por el legendario dios Wirakocha. La tercera Tiwanaku pertenece a la cultura aymaro-kolla, y es ya plenamente histórica, con un avanzado dominio de la arquitectura y demostración de conocimientos sobre geometría, matemáticas y un gran desarrollo astronómico. Por ejemplo, el Templo de Kalasasaya es un observatorio solar que mide tanto los equinoccios como los solsticios. El pueblo aymara comparte actualmente la historia de los tiempos y sigue siendo custodio de la sabiduría ancestral en el Altiplano a orillas del Lago, y los ritos son parte de la cultura boliviana a lo largo de los años, tanto así que cada año alrededor de 32 comunidades aledañas, junto con sus mallkus, se reúnen en Tiwanaku para celebrar el Año Nuevo Aymara en el solsticio de invierno el 21 de junio, dedicando ofrendas y música autóctona al dios Sol y a la Madre Tierra (Pachamama), en agradecimiento por los alimentos proporcionados y para que el año venidero sea próspero. Este acto ceremonial en el que participan más de cinco mil personas, se realiza precisamente en el Templo de Kalasasaya cuando el primer rayo de sol ingresa por la construcción antigua conocida como la Puerta del Sol. Este año en el calendario agrícola aymara será el 5512, ya que esta cultura tiene su origen muy a la par de otras como la mesopotámica, egipcia, maya y azteca.

En cuanto a la leyenda sobre el origen de los incas, el mítico soberano Manco Kápac, hijo del Sol y primer emperador de los incas, en el antiguo Perú, narra que emergió de las profundidades del Lago Titikaka para fundar, junto con su esposa y hermana Mama Ocllo la ciudad de Cusco, Tahuantinsuyu (‘imperio de las cuatro regiones’) Según las tradiciones míticas, la pareja fundadora del Incario, debio huir del Kollasuyo -imperio de los collas- para evitar la muerte y se refugiaron en la isla del Sol y más tarde pasaron al Cusco, donde instauraron el culto solar en la tradición inca.

Lamentablemente no todo es luz y armonía cósmica actualmente en estas regiones, donde cada vez es más difícil unificar los sonidos sagrados a través de sus instrumentos ancestrales y de sus ritos ceremoniales y donde también se pierde algo fundamental que es el compromiso de vivir con dignidad.

A los mitos, que reclaman una buena parte del espiritu de cada uno, se añaden las tragedias de la vida cotidiana que parece deber su fatalidad unicamente al Occidente injusto y cruel. Háblame de la risa.

Casi todos los pueblos de la tierra, en los albores de su vida intelectual y social, crearon un conjunto de fábulas y de narraciones en torno a los dioses, objeto de su creencia, y de los hombres más ilustres o notables de su estirpe. Tales relatos, propagados a través de los siglos por la tradición oral, aumentados y modificados con el transcurso del tiempo, llegaron a constituir el patrimonio intelectual de esos pueblos. Todos creemos y tenemos algún mito y la capacidad de soñar, el problema se da ahora con el neoliberalismo y la horrorosa globalización que hacen perder la esperanza de los pueblos y el anhelo de un mundo mejor. Hölderlin decía que “el hombre es un Dios cuando sueña, y no es más que un mendigo cuando piensa”.

En cuanto a la risa, desde los griegos hasta los romanos tuvieron dioses alegóricos de las risas que presidían la jovialidad y los entretenimientos físicos y espirituales. Formaban la corte de Venus. En los pueblos de nuestros días, ese movimiento expresivo que es la reacción que denota emociones agradables o que se emplea en la relación social como medio de expresión, sigue siendo un medio de comunicación y de convivencia importante. También lo podemos apreciar en los carnavales y en los manicomios.

“Contigo, la prosa se vuelve poesia y cuando poesia está, no hay màs prosa”, dice Patrick Cintas de ti.

Trabajar el lenguaje en prosa y después pasar ese mismo lenguaje en verso y volverlo a regresar a la prosa, es un buen ejercicio de taller poético. Muchas veces se pierde y otras se gana porque el hilo conductor y los filtros no siempre son del mismo espesor. Es como en la traducción, a veces se queda en el poema original un ojo o un cabello del rostro de la mujer cantada y lo más grave es cuando se pierden en el viaje ciertos sonidos, olores y colores y la musicalidad interior que llevaban los versos. Comparto plenamente con mi amigo, el poeta Patrick Cintas su opinión, al final del camino sólo queda lo que verdaderamente es poesía. En el ejercicio y en los espacios de la poesía se da la luz y también se da la sombra, se da el otro y ese viene cargando signos con sus propias expresiones, con su carácter y a veces un sentido mágico alcanza la última manifestación de su creación.

 

Muy a veces, los escritores son mentirosos. Pienso en André Malraux que mezclaba habilmente su realidad con sus sueños y envidias. Háblame de tus mentiras. Digo esto porque tengo aquí una postal que nos enviaste de Bolivia ; dice esta postal : AMA SUA (No robar) ; AMA LLULLA (No mentir) ; AMA KELLA (No ser flojo).

Esos preceptos forman parte de la vida y de la ley de las culturas antiguas y quienes los violaban eran severamente castigados. En estas latitudes, todavía hay pueblos que aplican estas leyes.

En cuanto a mis mentiras, son tantas como mis verdades. A veces se oculta o se miente para no incomodar o herir a alguien. Otras veces se miente a un moribundo o a un preso político. Pero a la vida, al amor, a la poesía y a la patria no se les puede mentir porque tarde o temprano te cobran con el desencanto, la desilusión, el abandono y el olvido.

 

Tu Antología Poética se titula : Un Recorrido Interminable 1972-2003. Eso supone que tienes algo con que acabar. ¿Hay un luchador en ti ?

Naturalmente que no tengo nada con que acabar, precisamente por eso es y será un recorrido interminable hasta el último día de mi vida, sólo en ese instante sabré con qué acabar.

Claro que soy un luchador y llevo un compromiso existencial porque siempre tendré algo que decir o que escribir sobre los tiempos antiguos o sobre los tiempos actuales.

 

Uno de tus versos más bellos es : Mi suerte de amor. Ningún hombre está contento con solo la suerte de amor. ¿Que pides a la vida que no sea lo que los demás te dan ?

No sólo he pasado por una suerte de amor, también he sufrido el desamor, el abandono, la traición, el dolor y el engaño. A la vida le he pedido la realización de muchos sueños.

 

Se dice que la poesía es la fatalidad del poeta. ¿Es muy francesa esta afirmación ?

Creo que el sino del poeta es la poesía sino no sería poeta.

 

¿Si los poetas no necesitan comer como los demás, que harían más con el lenguaje ? Esta pregunta tiene que ser imposible. La repuesta está en tus libros. ¿Me equivoco ?

Los poetas siempre tienen algo más que hacer, que decir con el lenguaje, por ese algo más son poetas. Una extraña sensación hace volar muy alto al escritor, es una emoción de tocar la esencia de lo desconocido y el fondo aparece entonces como una revelación y en ese retorno de sí mismo, entre palabras e imágenes los versos van expresando lo que siempre había estado ahí y el poeta lo reincorpora y lo deja al descubierto en el espejo de la vida, de la poesía. Pero también la Literatura nos permite conocer como en el transcurrir del tiempo, el hombre ha manifestado sus inquietudes, sus ilusiones y sus ideas. Hemos iniciado un nuevo siglo, una nueva época, pero el hombre ha adoptado nuevos códigos de vida y ha perdido su capacidad de asombro ante los acontecimientos más desgarradores de nuestras sociedades, de nuestros pueblos y de nuestras naciones y pareciera que sigue en su intento inagotable de violentar siempre los espacios del otro.

 

A pesar de las diferencias, un americano es un americano. Eres tan americano que un estadounidense. ¿Como te acercas a Europa ? ¿Solo con traducciones ? La pregunta sería : ¿Que nos prometes, poeta ?

Las diferencias también hacen una identidad, soy americano de América Latina, es decir, soy un latinoamericano que no es lo mismo que estadounidense y no pertenezco al país del imperio del norte. Mi identidad como mexicano comienza al sur del Río Bravo y estoy formado en la cultura de mis ancestros, desde los antiguos poetas mexicanos hasta los actuales. Vengo de una familia de escritores, entre los que se encuentra mi tío abuelo Mariano Azuela, primer novelista de la Revolución Mexicana y autor del libro mundialmente conocido “Los de Abajo”.

He vivido en varios países de Europa y conozco parte de la vida de esas naciones. Hay libros míos que primero han sido publicados en francés y en español y después traducidos al alemán, al inglés y al portugués.

En cuanto a prometer, ¿qué puedo prometer ?, ¿a quién y por qué ?, una promesa es un compromiso y yo sólo anhelo ser un espíritu libre que con dificultad pueda prometerse algo a sí mismo.

 

El Maldicionero, El Tren de Fuego, La Palabra Ardiente, Son Las Cien de la Tarde, Angel del Mar de Mis Sueños. Tu Antología Poética no quiere acabarse con “La muerte del poeta”. Siempre hay un inedito al final. Háblame del Illimani, para concluir.

No voy a acabar nunca porque el poeta puede morir, más no su poesía. El hermoso nevado Illimani, es un achachila, una deidad antigua de las culturas ancestrales de esta región, donde moran los espíritus, es la montaña sagrada más bella de la Cordillera Real de los Andes, como un manto protector de la ciudad de La Paz, a la que se le pide permiso hasta nuestros días para realizar ceremonias y ritos. Aparece en mis poemas como en El Cóndor de los Andes, Víctima de Sueños y en mi libro inédito Cordillera Real de los Andes. Por cierto que para terminar esta entrevista que me ha concedido Valérie Constantin, me gustaría hacerlo con un poema recientemente escrito y que forma parte de ese libro inédito, ya que considero importante que quienes se toman el tiempo de leer lo que otros pensamos, tengan también la oportunidad de leer lo que escribimos. Para este propósito envío dos textos para que se escoja uno, si se considera conveniente.

 

Jacha Uru,

Nuevo Amanecer y el viejo Yatiri

 

A Quetzalcóatl, « Serpiente emplumada »,

dios tolteca y azteca, soberano legendario de México,

que ilumina mi camino.

 

Al alba

el viejo como un abuelo protector,

kunturmamani,

recoge las hojas del árbol milenario,

son hojas amarillas como las de un libro olvidado.

 

Los paseantes lo saludan,

hombre de ojos apacibles y sombrero roto,

hace un gesto humilde, gentil y mañanero,

sigue barriendo.

 

Las horas pasan y las hojas siguen cayendo

como recuerdos,

ideas perdidas llenan la calle

donde nadie alcanza a leer nada.

 

Cada hoja amarilla es una idea que se ha ido,

una añoranza,

el árbol suelta sus pensamientos,

su antigüedad,

su tiempo.

 

El hombre de la calle no entiende,

no se detiene un instante a pensar,

descubrir en cada hoja

que allí está escrita la vida,

los sueños, los recuerdos,

son pequeñas,

caben en una lágrima.

 

En la palabra adiós,

¡qué viejo lo hicieron los días y los años !

 

Conocía a ese árbol,

de su casa de tapias viejas,

canto de pájaros al amanecer,

nido de silencios nocturnos,

sombra del sol del mediodía,

descanso del caminante de los Andes,

Sariri,

del poeta extranjero que habita estas tierras

donde admira obeliscos petrificados

como espectros de añorada vida antigua.

 

Es La Paz de los Andes,

Valle de las Ánimas, Madre Luna,

Phaxsimama,

Bolivia de los Tiwanakotas

del Lago Titikaka,

aymaras en la voz de Awichas, Achachilas

y solsticios de invierno, willka uru,

Chakana, Cruz del Sur

donde se reencuentran, Jichapi JIchaj

Thunupa, Quetzacoalt y Kukulkan,

buscando equilibrio y armonía, khuskha,

en el sonido de los sikus y de los pinkillus del viento.

 

Tiempo de hoy, akapacha,

vida de diamantes, Sinti Pacha,

tiempo de los tiempos, Wiñay Pacha

despetrificándose en la ch’alla.

La Pachamama, Madre Tierra,

Niña protectora de su pueblo, marka,

envuelta en su tari,

pequeña prenda con sus hojas de coca,

recibe su k’inthu, ofrenda ritual con la hoja,

liba y respira, auquisamaña,

se alimenta con ch’arki, ch’uñu, ch’uqi y tunta

en su ayllu, Apthapi,

ispalla, k’ispiña

y uma kaya, oca deshidratada con la helada

y secada al sol,

entre wiphalas, bandera indígena,

con Nina Tata, el Abuelo del Fuego,

Huayra Tata, Señor de los Vientos

y Cota Mama Señora de las Aguas,

sabiduría y conocimiento, yatiña,

kantutas del Lago y hierbas aromáticas, q’uwa.

 

Kalasasaya, Templo del Sol,

Akapana, vínculo del universo

con su Chachapuma

al Este,

Kolla Kaman Uta, templo comunicante

al corazón de la Pachamama,

Puma Punku,

templo de sacerdotes hombres-puma,

recintos ancestrales donde habita el Inti Tata,

Padre Sol,

donde los amawtas y yatiris escuchan la

jaya mara aru

voz lejana de los tiempos,

el tiempo de la eternidad, Wiñay Pacha,

así,

abrazados todos, Taika Ayni,

con la fuerza del secreto de la vida,Chuymampi,

sin temores al devenir, Jan Asjarasiña,

después de su ofrenda, waxt’a,

se sumergen en la ceremonia del silencio, amuki.

 

Aquí,

En esta tierra heroica de Tupaj Katari,

del libertador, de Murillo, de Sucre

y del Mariscal Andrés de Santa Cruz ;

la Bolivia de Guevara, del Che,

donde el frío de invierno golpea las viejas paredes,

el viejo Yatiri

hoy no ha salido a recoger hojas muertas,

las tapias respiran soledad

y los perros aúllan bajo el árbol

con un sentimiento lastimero,

así son los tiempos como las hojas caídas,

el árbol milenario se ha quedado solo con su sombra,

los pájaros huyeron rumbo al Illimani,

no les gusta el olor de la muerte.

Ya no es avenida de caminantes

ni descanso de nadie,

kunturmamani como Thunupa

tomó el camino de las estrellas,

se llevó en su awayu y en su ch’uspa,

pequeña bolsa tejida de lanas multicolores,

la humanidad de este árbol viejo,

la piel quebrada de su corteza,

se llevó el canto de las aves que anidaban sus sueños

y su chicha de maíz, k’usa mascullando su hoja, akulli,

sólo dejó las hojas muertas que no recoge nadie,

el invierno es intenso,

su vida se ha ido a otro tiempo con los amawtas

como una luz en el horizonte.

La Paz, Solsticio de Invierno, 2005.

 

 

 

DE MONTE ALBÁN A TIWANAKU

 

Al poeta Humberto Garza,

Amigo de la honda y profunda claridad.

 

 

La historia antigua es como un hilo,

se rompe,

se quiebra

y se consume.

 

¿En dónde están los rostros,

las voces,

los mascarones de estuco ?

 

En estos siglos de silencio

se ha perdido el canto del colibrí.

 

Los mascarones están en Kalasasaya

y en el Palacio de Monte Albán,

los portones megalíticos,

gemelos,

los códices insepultos,

el recuerdo,

los sueños,

los rumores,

la luz,

la otra luz.

No se ha perdido la estrella que ilumina el alba,

ni el corazón del hombre

dibujado en la cordillera

con sus nieves en flor.

 

La tierra guarda sus secretos

y el humo de las palabras hace círculos en el horizonte.

 

Un cóndor,

una águila azteca,

el fuego consume la oscuridad.

 

Hablar a la sangre,

al pueblo indoamericano,

latinoamericano,

hispanoamericano,

al mundo prehispánico.

Hablarle a la otra sombra,

hoy es agosto para siempre,

para toda la vida,

los augurios,

ayer fue el eco,

el sonido se repite,

otra vez aparece el viento de la tarde,

esa delgada sombra con sus manos abiertas.

 

Otra vez el reflejo

y el llanto,

una lágrima cae en el filo de la espada

como un remordimiento.

Pesa el pasado

y pesa la hora como un siglo de desdichas.

Vuelve a amanecer,

el tiempo trae nuevas auroras,

el canto del colibrí renace

y la estrella se oculta tras la colina.

 

Se oye de nuevo la voz antigua sin reclamos,

la alegría y la tristeza se armonizan,

el agua envenenada desaparece,

la tierra ha florecido de una manera diferente,

el águila azteca-zapoteca de Monte Albán y Teotihuacan

rompe los aires del espacio y del tiempo

y se encuentra con el cóndor en Tiwanaku

en un vuelo de luces sobre el arcoiris.

 

La Paz, Bolivia, 12 de julio de 2004.

 

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